domingo, 20 de septiembre de 2009

cartilla trueque zona oriente del Cauca

Esta es una de las tres cartillas que elaboramos con el proyecto "El trueque desde una perspectiva comparativa: diálogo de saberes y fortalecimiento del conocimiento ancestral en tres zonas indígenas del Cauca andino", en equipo con los pueblos indígenas del Cauca: Kokonuko, Yanaconas y La María y Ambaló.

VOS ME DAS, YO TE DOY
Tercera parte. Ambaló y La María, pueblos del nororiente.


Ambaló es un muchacho de cabello largo, viaja en una chiva y lleva a su lado una jigra cargada de maíz. En una chuspa plástica lleva un paquete envuelto en un delicado papel de color azul cielo. Es un rebozo que le compró a un comerciante ecuatoriano el pasado Martes en Silvia y lo lleva para obsequiárselo a María.

María vive muy cerca de la carretera panamericana y en este momento está en la casa del cabildo. Está cuidando con ansiedad un bulto que no ha dejado tocar de nadie. Todos saben que es algún fruto de la tierra pero nadie sabe con precisión cual. Sin embargo, prudentemente no le hacen preguntas porque saben que espera a Ambaló y lo saben porque aprieta suavemente contra su pecho un sombrero, que también le compró a un comerciante ecuatoriano en Silvia pero el Lunes pasado y no el Martes.

Hoy es Viernes. María y Ambaló se encontrarán en el trueque que ha organizado la comunidad donde vive ella.

Ambaló está nervioso porque en el se cruzan en este momento numerosos pensamientos. El se siente orgulloso de ser indígena y de amar a una mujer indígena. Además sabe que aunque su pueblo es distinto al de ella, ambos tuvieron una raíz histórica común. Eso no es un gran problema pero le causa una curiosa inquietud y se pregunta: ¿en que momento dejamos de ser de la misma familia?

Aún sin responderse la primera pregunta pasan por su mente aquellas palabras de los mayores. Ellos hablan de dos momentos en que cambiaron las cosas, uno cuando llegaron los conquistadores españoles, en donde solo hubo muerte y destrucción y en donde la violación a sus mujeres y la miseria a sus hijos se hicieron presentes como una constante a partir de lo que en la medida del tiempo, según los europeos, corresponde al siglo XVI.

Según ha llegado a saberlo por medio de los libros y conversaciones con otras personas, por estas tierras, igual que por todo el continente anduvieron por aquellos años los llamados cronistas, que eran escritores que narraban cuanto veían a su manera. Entre estos cronistas se recuerda a: Juan de Castellanos (1955), Lucas Fernández de Piedrahita (1973) Pascual de Andagoya, Pedro de Aguado, Fray Pedro Simón. Sin embargo, ninguno de ellos escribió acerca del territorio ambaloeño. Es como si lo hubieran condenado de antemano al olvido. Eso le duele a Ambaló pero es eso mismo lo que le inspira un fuerte sentimiento que le hace reclamar y luchar por su derecho a hacer parte de la Historia.

El segundo momento de cambio la reconocen los mayores con más claridad y está marcado por la llegada de los terratenientes en el siglo XX, los cuales les expropiaron sus tierras y los volvieron a negar como pueblo. Sin embargo, antes de la llegada del terrateniente al territorio ambaloeño, hubo factores que a nivel de toda Colombia estaban generando cambios en distintos sectores sociales citadinos y rurales, que contribuyeron a la reducción de la práctica de trueques, como el que le va permitir reunirse con María..

Según dicen, a finales de la década del 40’s la construcción de la carretera Piendamó-Silvia era un hecho. Las palas, picas y carretas, herramientas usadas en los campos para arar la tierra y sembrar papa, ulluco, trigo, maíz, haba y hortalizas, se usaban por esa época en las zonas bajas abriendo el camino indicado, construyendo lo que muchos consideran el sueño moderno de Colombia de la comunicación y la eficacia.

Por esos mismos años llegó el terrateniente Arboleda Pumarejo, quien “engañó a los indígenas y se quedo con nuestras tierras”. Según dijo uno de los mayores en un taller de reflexión comunitaria que se hizo en la finca La Estancia, adquirida hacía pocos meses con la ayuda del gobierno. A la gente se le engañó diciendo que debían firmar documentos para entregar los títulos de las tierras a su nombre pero lo que firmaban en verdad eran contratos de venta o de arrendamiento de sus propios predios; según los mayores, para quienes no firmaban se usó el “acepo”, que consistía en que le pedían a otra persona que firmara en su lugar aceptando el trato, o mejor dicho, el engaño.

Otra manera de expropiar a la gente consistía en que primero se firmaba un contrato como si los indígenas arrendaran su propia tierra para vivir, siendo el arrendatario el terrateniente; meses después volvía este ultimo con autoridades para cobrarle a los indígenas lo supuestamente adeudado y, como no había cómo pagarles, les quitaban la tierra.

Y mientras más se avanzaba en la carretera, el terrateniente más fácil podía llegar y más control y tierras empezaba a tener. A otros los sacaron a la fuerza o bajo presión. Las personas que tenían algo, como animales y el terrateniente veía que podía comprar tierras en otro lugar, los sacaba de sus territorios hostigándolos y ejerciendo presión. A las personas más pobres las dejaba vivir para que le sirvieran con el terraje, desplazándolas para las partes altas de las montañas que componen el resguardo, apropiándose de los terrenos menos quebradizos y los más aptos para los cultivos. Motivando así un despoblamiento de las zonas bajas del territorio de las cuales s apropiaba el terrateniente y generando unas características dificultosas para la siembra a las personas que quedaron en el resguardo y se desplazaron las zonas altas, pues las personas contaban con una tierra difícil de manejar para los cultivos y con poca tierra para este fin.

El terraje -práctica que fue exigida por el terrateniente, que se apodero de las tierras, a los indígenas- consistía de cinco (5) , o (7) días al mes -como el caso del vaquero-, de trabajo gratis para el terrateniente, el cual hacían los indígenas como forma de pago por dejarlos vivir en sus tierras. La carretera Piendamó - Silvia contó con la ardua colaboración de los habitantes de la comunidad de Ambaló, quienes pagaron terraje abriendo el camino moderno de nuestro país. Entre los trabajos del terraje habían varios oficios como limpiar potreros, arreglar cercos, hacer de cimanero o vaquero, desaguar ciénagas, deforestar montaña para el ganado, entre otras múltiples; este tipo de trabajos fue exigido por mucho tiempo por el mismo terrateniente, quien buscaba como acceder mas rápidamente al territorio, dar un manejo de propiedad privada de éste y poder extraer el mayor beneficio de la tierra.

La estrategia de desplazar a la gente a las zonas altas de las montañas motivó, según las personas del resguardo, un cambio en el territorio, lo cual se traduce como un cambio en el paisaje. La estrategia fue adoptada por el terrateniente para obtener dos cosas: primero, apoderarse de los terrenos de las partes bajas, óptimos para el cultivo y el pasto para ganado; segundo hacer que las personas que tuvieran que subir para vivir desyerbaran, deforestaran y limpiaran las partes altas de las montañas, que eran terrenos boscosos. Esta actividad produjo un cambio en el paisaje y permitió que los terrenos en los cuales se movía el ganado se extendiera a las partes altas, produciendo una doble ganancia para el terrateniente, pues sus terrenos se ampliaban y al mismo tiempo el ganado tenia más donde pastar para engordar. Dentro de estos cambios se destaca el uso de suelos, pues en casi todo el resguardo el tul era una parte fundamental de la casa, y los lugares de habitación indígena estaban explayados a lo largo y ancho del territorio, tanto en las zonas bajas como en las altas.

En estos terrenos antes de la llegada del terrateniente se sembraba papa, maíz del año o blanco, fríjol, trigo, mauja, haba, ulluco, plantas medicinales, aromáticas, entre otros. Estos campos, sobre todo en las zonas bajas se convirtieron en potreros para ganado. En las zonas altas boscosas, la migración de la gente por falta de tierras hizo que la deforestación y la tala de árboles se hiciera común y el transito del ganado fuera a diario. Las lagunas y lagos fueron intervenidas incluso las lagunas que son consideradas como sagradas. En el caso de “laguna brava” la cual se considera sagrada, el terrateniente mando a abrirle zanja y camino atravesando por distintos lugares la finca, para que regara sus terrenos y el ganado pudiera beber agua en su recorrido; “los propios nativos tuvieron que maltratar su laguna por ordenes del terrateniente “rico”” (Recordó ambaló a un estudiante de la escuela d Agoyan).

Los campos que antes estaban sembrados con maíz o trigo se empezaron a volver lugares dedicados para el mantenimiento de las vacas, las que a su vez se convirtieron en un problema para los habitantes que quedaron en el resguardo, pues las vacas eran lo más sagrado para el terrateniente, y ellas podían ir a donde quisieran sin respetar cercos, ni puertas, pues por estos años los cercos eran de madera, convirtiendo así los tulles en un lugar de comida para las vacas. Lo cual sumado a la poca tierra y a los lugares dificultosos para la siembra, dejo a la gente con poca comida y nada de excedentes que se pudieran destinar para el trueque.

Con la construcción de la carretera se dio pase para que entrara la moneda con rapidez y facilidad, a su vez el terrateniente empezó a pagar los trabajos con monedas. Factor, que junto con las condiciones en las que se encontraban las personas que aun habitaban el resguardo, provoco que la gente se dirigiera al pueblo a comprar sus alimentos.

Sin embargo, estas condiciones no acabaron del todo con la práctica del cambio – que hoy llamamos trueque- dentro del resguardo, aunque fueron cruciales para que mermara su práctica. Las personas del pueblo iban aun a las casas de las personas a cambiar, cuando el terrateniente no estaba en la zona. Subían con productos casi ha escondidas. Lo mismo hacían las personas de Tierradentro o de otras zonas que venían con frecuencia al resguardo, “ellos vinieron durante años”, por lo menos eso dicen los mayores cuando se adentran a buscar recuerdos en su memoria.

Las personas si habían dejado de salir a cambiar a tras zonas, tal vez este u el modo de cambio que mas se afecto; por lo menos a final de la década de 1940 ya casi no había gente que lo hiciera con regularidad, pues los trabajos de terraje y el “patrón” no dejaban que se saliera, por falta de tiempo, y los sembrados no daban para ir de cambio. Sin embargo los forasteros siguieron yendo al resguardo a cambiar hasta que el terrateniente prohibió que personas extrañas entraran en sus terrenos. Fue entonces cuando el patrón y sus trabajadores más leales encontraron a personas del pueblo y a forasteros de otras partes y se les quitaron los alimentos a la fuerza y fueron echados del territorio para mas no volver.

La actitud con que el terrateniente se apodero del territorió y la forma de ver la tierra para administrarla –una visión centrada en la propiedad privada-, hizo que la practica del cambio empezará a menguar. Sin embargo es la conjugación de todos los aspectos sociales, geográficos, económicos y políticos –y muchos otros que seguramente se nos pueden pasar por alto- los que hicieron que el resguardo de la comunidad de Ambaló tuviera que verse sometido a las nuevas reglas y dejar de practicar el trueque.

La memoria de los mayores cuenta que para el año 1958 la practica del trueque como se conocía ya estaba casi desaparecida por completo y la tierra se había perdido en una conjugación de engaños, uso de la fuerza, políticos y padres de la iglesia. La construcción de la carretera es crucial en este proceso, pues ella abrió el camino a distintos procesos, como la entrada de la moneda, y con ella el valor monetario de las cosas consolidando el mercado de la zona, centrándolo e el poblado de Silvia; también la carretera dio acceso al terrateniente, y con él la expropiación de tierras, el control sobre ellas y el cambio en las formas de vida de los ambaloeños.

En la década del 70’s, personas que vivían dentro de las tierras que conformaban antiguamente el resguardo de ambaló empezaron a creer que recuperar las tierras era posible. Basados en las experiencias de otras zonas indígenas del Cauca, quienes habían logrado recuperar sus tierras y organizar y conformar los cabildos como órganos de autoridad y poder dentro de los territorios. Los ambaloeños iniciaron un proceso dirigido a reapropiarse de los territorios en manos del terrateniente. El proceso no tuvo los resultados esperados y el terrateniente logro mediar y reprimir el proceso por medio del chantaje, aceptado por uno de los terrajeros del resguardo, quien medio entre la población para poner fin a estos objetivos.

Sin embargo los dirigentes aferrados a la idea de recuperar sus tierras, motivaron años después, una vez más, los impulsos de recuperar lo suyo, lo que ancestralmente les pertenecía. En la década del 80’s, varias personas se reunieron en las noches oscuras de los Andes para empezar de nuevo este proceso, teniendo como experiencia de los años pasados un proceso roto y desintegrado por el chantaje y unas marcas impuestas por la traición. Reclamaban su historia, sus costumbres y de paso, fundamentalmente, su territorio; el lugar que permite que todos estos aspectos se conjuguen, pues sin el territorio y su ecuación con la historia y las costumbres no hay lugar, ni tiempo para ellos.
En el cerebro de Ambaló resonó la voz de Bonifacio Pillimué cuando le dijo un 4 de Noviembre:
“Nosotros cuando iniciamos la recuperación de tierra acá… en 1983, hicimos lo que hoy estamos haciendo: investigar. Primero: el territorio ancestral de Ambaló, por donde ha sido, así no tenga titulo (colonial), cierto!. Pero miramos por donde estuvo o por donde está el pueblo [refiriéndose a la gente ambaloeña] y encontramos que en todas estas fincas estaban las familias que conformaban el pueblo de Ambaló, entonces todo ese territorio lo consideramos como territorio ancestral. Porque consideramos que ellos habían venido desde tiempos ancestrales, porque ellos han venido de generación en generación viviendo en estos territorios. No es que ellos hayan venido, ni llegado, sino que ellos han estado ahí, a pesar de que los terratenientes se fueron adueñando de nuestras tierras; pero ellos se quedaron trabajando la tierra, viviendo en ella. Antes eran dueños, después quedaron como terrajero, ahora de nuevo nos pertenece”

Un 8 de Febrero Miguel angel, un exgobernador del resguardo le había dicho:
“con base en la historia, los documentos escritos y a la memoria viva y hablada por los mayores, se empieza a organizar la gente con tres objetivos concretos y claros: uno es recuperar la tierra, el territorio como nosotros lo llamamos, lo segundo es recuperar el cabildo y tercero recuperar las costumbres de la comunidad del pueblo de Ambaló”.

Alguna vez Ambaló sereunió junto a algunos mayores que estabn tomando chiquitos, es decir, licor elaborado a base de caña, destilado tradicionalmente en alambiques que están ubicados dentro del mismo resguardo; luego de ser destilado y estar listo el chirrincho, tiene diferentes preparaciones, en las cuales se combina este delicado licor con panela o frutas. En esa ocasión uno de los mayores le contó a Ambaló que cuando se empezó a preparar la recuperación de tierras, personas de Ambaló caminaban por trochas secretas guiados por la oscuridad y el instinto; la noche fue testigo de los inclementes sacrificios hechos por la comunidad para acordar los procedimientos y pasos a seguir, las reuniones se hacían en salones o casas sin velas prendidas, en total oscuridad, pues ser reconocidos por alguien que pudiese delatarlos ante el terrateniente era el mayor temor; muchos quedaban por fuera de las reuniones escuchando tras la puerta, otros adentro, solo voces sin rostro escuchaban; voces que guiaban el proceso y sustentaban las razones del por qué recuperar su lugar, su territorio.

“Yo salía a media noche y me atravesaba toda esta montaña (señalando con su dedo una montaña de los andes que se posa frente a la escuela de agoyan resguardo de ambaló), por puro monte, a oscuras y sin linterna; porque el “patroncito” tenia gente vigilando, “pájaros” a los que le pagaba o gente misma ambaloeña que lo querían; era peligroso que lo cogieran a uno y si uno lleva luz, pues lo ven desde la otra montaña. Salíamos a veces con otros compañeros o uno se los encontraba en el camino; no éramos muchos, y no nos conocíamos todos, pero estabamos aburridos de trabajarle al terrateniente sin tener nada para nuestros hijos”

Eso fue en la misma escuela de Agoyan, resguardo de Ambaló, el 5 de noviembre del 2006, durante la celebración del día de los muertos

Los meses de lucha fueron varios, rodeados de policías y militares acusándolos de pertenecer a grupos armados y de personas del resguardo en la cárcel o mordidas por perros policías, en el peor de los casos amenazados por los “pájaros o asesinos a sueldo.

En 1983, el proceso emprendido por los ambaloeños enfocado en la recuperación de tierras, empieza a rendir los frutos prometidos, por la esperanza de unos pocos, cuando se recupero la finca “Letras” ubicada en la vereda de Agoyan; al siguiente año (1984) se recuperaría la finca de “Betania”, dando paso a las demás recuperaciones logradas posteriormente.

La técnica usada en casi todos los casos para apropiar de nuevo estos terrenos es la de trabajarlos, picando, limpiando, sembrando, como quien cumple la premisa comunista de “la tierra es para quien la trabaja”; una técnica de apropiación que parece ir contra los estándares estatales -que se esconden bajo las propuestas de gobierno- de mantener la tierra para aquellos latifundistas herederos de familias reconocidas con poder, y que se configura como una practica de resistencia, ya que busca el mantenimiento y perduración de una sociedad que no posee los medios suficientes para subsistir en el contexto nacional.
En la actualidad esta estrategia de apropiación es usada frecuentemente en varios escenarios Caucanos en donde la ocupación de tierras es noticia del día. Realizar este tipo de ocupación en la actualidad, varia del proceso usado en los setentas en su proceso de pre producción, de organización antes del evento. En cuento al proceso de la ocupación aun se siguen desarrollando algunos pasos indispensables. Antes de entrar al terreno, se hace un refrescamiento con hoja de coca y otras plantas de poder, pues esto ayuda a que todo marche en el orden de lo que se ha previsto y las distintas energías permitan que su tarea se realice sin problemas. Limpiar el terreno volteando el pasto contra la tierra simboliza y dice bajo sus propios términos “esta tierra ahora nos pertenece”; según las palabras de Eladio Pachaje, un mayor acompañante de las recuperaciones hechas en Paletará a finales de la década del 70’s:

“voltear el pasto, es cambiar la energía de un terreno, se sacude para que crezca nueva energía, para que sienta que ya no le pertenece al terrateniente y sus vacas sino a la gente.. Como casi todo lo que se recupera es potrero, cambiamos el pasto de las vacas por energía nueva para la gente, es como cuando uno se afeita, uno se afeita y se quita la barba vieja para que crezca la nueva. Es por eso que se limpia el terreno volteando el pasto”

Estas practicas de resistencia que el ambaloeño define como “las vías de hecho” parecen estar íntimamente vinculadas con lo que Oslender (2000) denomina como experiencias de la vida cotidiana y las memorias colectivas; lo que respondería el por qué estas practicas de apropiación se asemejan en las distintas zonas del Cauca y soportan y se mantienen a través del tiempo.

En 1985, con la confianza de un proceso ya establecido e iniciado con satisfacción se forma el cabildo de Ambaló -cuerpo político administrativo colegiado, máxima autoridad, que se renueva cada año, encabezada por un gobernador elegido para periodos anuales por la población del resguardo-. En 1987 es reconocido legalmente por el estado colombiano; en 1991 bajo el titulo N° 029 de 1991 se reconoce el resguardo de Ambaló, conformado por diez fincas recuperadas con una extensión de 2500 hectáreas, como tierras de propiedad comunitaria indígena, imprescriptible e inalienable, adjudicadas por el cabildo a los miembros de la comunidad ambaloeña para su usufructo.

“Antiguamente el nombre de “trueque” no se conocía, eso ha venido de ahora”, dicen los mayores de Ambaló, cuando empiezan a referirse al trueque. “el cambio es una practica realizada desde años inimaginables, nuestros antepasados lo practicaban”.

Los padres de las personas que hoy se conocen como Mayores, fueron quienes enseñaron a cambiar a los mayores de hoy. Estos hijos son hoy, quienes nos relatan como sus padres viajaban llevándolos como acompañantes y colaboradores, o los hacían ayudar cuando recibían a los viajeros conocidos para cambiar papa, fríjol, maíz de año, cebolla entre otros, por panela, sal, frutas y otros productos alimenticios.

Los antiguos llamaban al trueque “cambio” y en algunos casos también se le conoció como “préstamo”, según cuenta su memoria, cada uno tenía condiciones diferentes para llevar a término su ejecución, sin embargo ambos coinciden en el cambio de productos propiciado por una necesidad o deseo. El primero, básicamente se refiere a cambiar producto por producto en un mismo momento; es decir, se entregaba para recibir al instante; el producto que se cambiaba podía pertenecer al mismo piso térmico, cosechado en la misma zona fría, o en un piso térmico caliente, en ambos casos se le conocía como cambio. En el caso del préstamo, las condiciones para cambiar productos varían, pues el préstamo es una transferencia que requiere de travesías de largo aliento y por tanto movilidad; éste refiere a un cambio a largo plazo, en el cual una persona entrega sus productos alimenticios, digamos, ahora y pasado un tiempo, cuando entren en cosecha en el territorio de la persona que recibió los alimentos, el primero de los mencionados se dirige a recibir el cambio establecido con anticipación en la primera entrega.

Sin embargo y ya habiendo explicado estas dos formas, diferenciadas entre si, de llamarlo, existía nombre un mas cotidiano que denominaba este practica: en la casa y entre amigos, se decía “ir de visita” o “vamos a visitar”, esta era la frase con la que se hacia participe a un compañero de la intención de ir a cambiar.

Los antiguos principalmente buscaban cambiar o prestar dos productos. En tiempos de hambruna en casa, se salía a otras zonas a buscar maíz, siendo este el producto de mayor influencia para ser cambiado, pues era de gran necesidad. El segundo producto necesario e importante para cambiar era la sal. En el caso de los cambios hechos por Tierradentro, dicen los mayores, era importante encontrar sal para cambiar, y por lo general así ocurría, pues en Tierradentro hay minas de sal, lo que hace de éste, un sitio estratégico para cambiar, pues encontrar rocas de sal de dos kilos o más, era algo común y encontrar maíz también lo era.

Estas salidas en búsqueda de maíz y otros productos se realizaban por “zonas de influencia”; es decir que no todas las personas y familias del resguardo se dirigían a la misma zona, ni salían en las mismas épocas. Zonas de influencia, fue la palabra que usaron los mayores para hacer entender que sus padres conocían o reconocían personas en otros resguardos a donde se dirigían para cambiar o prestar, en estos casos se puede afirmar que: la diversidad de sitios a los que las distintas familias del resguardo de Ambaló se dirigieron a cambiar es diversa y difícil de estimar.

Se reconocen lugares predilectos. El páramo de Letras, como se le conoce dentro del resguardo de Ambaló, es extenso y se conecta con el páramo de las Delicias y el páramo de las Moras. Existe un camino antiguo para pasar de Letras a Gabriel López, es decir que desde el resguardo de Ambaló existe un camino que conecta el franco occidental de la cordillera central al franco oriental de la misma; en Gabriel López se toma camino para ir a Tierradentro, Inzá y demás (franco oriental de la cordillera central de clima cálido), este camino fue y es usado aun por los habitantes del resguardo. Antiguamente, dicen los mayores, estos caminos eran unos e los predilectos para ser usados por las personas del resguardo y por personas de otros lugares, para intercambiar alimentos o hacer préstamo de estos; las personas de Tierradentro venían a intercambiar sal o maíz por otros alimentos, y así mismo los habitantes de Ambaló usaban el camino con el mismo propósito.

La otra zona predilecta por los habitantes del resguardo es opuesta a la descrita anteriormente, se trata de la parte intermedia entre la cordillera central y la occidental, Cajibio, Morales, Pescador, el Mezón, Piendamó, entre otros; todos de clima cálido.

El trueque, como otras actividades en el resguardo de Ambaló, se enseñaba a los hijos por rango de edad. La ecuación perfecta para la ejecución de esta practica estaba integrada por padre e hijo, por lo cual la enseñanza de esta practica estaba mediada por la capacidad del hijo en poder ayudar a su padre en esta practica, por lo cual cierta edad era necesaria; a su vez cuando el hijo ya estaba grande, el hijo siguiente le reemplazaría siempre y cuando pudiese aportarle ayuda a su padre en este proceso; la edad es fundamental, ya que los hijos demasiado pequeños no podían acompañar a su padre en este proceso.

Esperar a que pasara un forastero o un conocido, guiando una bestia cargada con productos y acompañado de su hijo, era normal en épocas en que el maíz estaba de cosecha en el resguardo de Ambaló. Cambiar mano a mano lo más practicado.

“Algunas personas venían desde Tierradentro hasta aquí [refiriéndose a Ambaló], trayendo sal, panela u otros productos de tierra caliente como plátano, frutas o yuca; ellos también buscaban maíz, aquí se tenia el maíz de un año, el maíz blanco, entonces cambiábamos”

También las personas del pueblo de Silvia se dirigían al resguardo e Ambaló, con pan, pande-yuca y otras cosas, estas se cambiaban. En ambos casos se cambiaba por encargo, es decir la gente les avisaba con anticipación para luego tenerles listo y hacer más fácil el cambio. La gente del pueblo andaba con balancín de madera, ellos introdujeron este mecanismo, según lo ven los mayores, porque desconfiaban de los ambaloeños.

Por su parte los indígenas de otros lugares y los mismos ambaloeños cambiaban por bultos, esta era la medida que regia en casi todos los lugares, era la medida común, cuentan los mayores aunque a su vez habían otras formas que se usaban para medir. Las jigras o mochilas eran de un uso diario y también implemento de uso a la hora de cambiar. Las mujeres tejían estas jigras de distintas medidas y en general eran muy precisas; “si la mujer tejía una jigra de 1 arroba o ½ arroba era casi exacta la medida, también habían jigras de 2 arrobas, se les llamaba la jigra de la ambruna, porque ahí cabía casi medio bulto”. También existía el plato de tierra, en donde a veces se media el cambio.

Cuando no se iba en bestia se viajaba a pie, se terciaba una mochila de dos arrobas y cogía camino a cambiar. Pero no solo se cambiaban productos alimenticios; en épocas de escasez de alimentos, los tejidos también hacían parte de los cambios. Se llevaban ruanas y anacos a otros lugares para traer maíz panela y otros productos. Lo cual indica que antiguamente el trueque abarcaba otras alternativas distintas a lo alimenticio. Los animales en cambio no se cambiaban, ni siquiera las especies menores; pues según, cuentan los mayores, los animales que se tenían casi todos se destinaban para comer, no había animal excedente, “porque ninguno representaba la acumulación de una riqueza”, comentan en el resguardo.

Había momentos en que se iba a otro lugar sin productos, o a su vez llegaban forasteros en época de cosecha de maíz sin ningún producto. Era común llegar a donde ya tenían conocidos, pues este cambio se hacia con la palabra. La personas que tenia cosecha de maíz le daba al forastero (conocido) un bulto de maíz y otros productos, si así se acordaba, a su vez la persona que recibía el producto quedaba comprometida en entregar la misma cantidad de su cosecha cuando estuviera en cosecha en su territorio; la persona que entrego se dirigía meses después a la casa de su conocido para recibir lo acordado, “no como una deuda”, dicen los mayores haciendo ver que la forma como se paga una deuda es obligadamente y con un animo diferente a como se realizaba el cambio, “venían a visitar y llevaban lo que se les había dicho”.

Dentro y fuera del resguardo existía también otro tipo de cambio, pues las visitas hechas a familiares o conocidos de la familia era algo que se hacia con regularidad. Llevar productos que se tenían en la casa era lo más acostumbrado, y de la misma forma, al devolverse, sus amigos les llenarían las jigras o costales que hubiesen traído, con otros productos.

Dentro y fuera del resguardo existía también otro tipo de cambio, pues las visitas hechas a familiares o conocidos de la familia era algo que se hacia con regularidad. Llevar productos que se tenían en la casa era lo más acostumbrado, y de la misma forma, al devolverse, sus amigos les llenarían las jigras o costales que hubiesen traído.

“no vamos a dejar ir a la visita sin nada, eso no esta bien!!. Cuando uno va a visitar, empaca papa, cebolla o lo que haya para llevar, uno se lo lleva porque así es la costumbre. Uno hace su visita, y ya cuando se va a venir, el amigo de uno vuelve y le llena a uno la jigra, con comida, con lo que el tenga en su casa, así acostumbramos”


Identificamos en terminos de motivación dos tipos de trueque diferenciados entre si, que a su vez tienen variaciones cada uno de ellos en procedimiento. El primero de estos trueques se hacia motivado por la necesidad o el deseo de alimentos y la forma de hacerlo estuvo trazada por dos formas diferenciables entre si, en el proceso de trueque: cambio mano a mano y préstamo. La otra forma de intercambio, estaba motivada en el sentimiento de amistad y reciprocidad, alimentando así el respeto mutuo y la colaboración, éste trueque se podría encajar dentro de lo que se ha conocido como regalo, aunque tiene variantes ya que las personas del resguardo reconocen que por ética ya se sabe que uno va a traer o llevar algo.

El primer tipo de trueque mencionado fue practicado con amplitud hasta la década del cincuenta, cuando distintos aspectos y motivos como la llegada del terrateniente, la escuela, la construcción de la carretera, y la migración causaron una significativa merma en la practica del cambio de productos alimenticios con personas habitantes de distintos lugares, y una merma entre las personas del mismo resguardo de Ambaló. La segunda practica por su parte, se ha mantenido mas fuerte entre los habitantes del resguardo y con otros resguardos, pueblos o territorios, siendo la forma de cambio que ha perdurado sin mayor modificación, a no ser por la cantidad de productos que se lleva hoy día.
Todo eso pensaba Ambaló mientras se acercaba a La María.


LA MARÍA

María es Guambiana. En medio de su ansiedad amorosa pasan, al igual que le sucede a Ambaló, miles pensamientos que, aunque ella quisiera que fueran más personales, ella no puede evitar que sean pensamientos relacionados con su comunidad. Su padre es un dirigente indígena, por eso ella sabe que los resguardos indígenas están constituidos legalmente como territorios de propiedad colectiva, inexpropiables, inalienables e intransferibles; El Resguardo de La María hace parte de este sistema especial de territorialidad, legalmente constituido y gobernado por la máxima autoridad tradicional, el Cabildo.

El cabildo está conformado por un Gobernador Principal, un Gobernador Suplente, cuatro (4) alcaldes, un Secretario, un Tesorero y cuatro (4) alguaciles, que velan por el bienestar de la comunidad, la recuperación de tierras y la defensa de sus derechos de acuerdo a lo establecido en la Ley 89 de 1890, las normas Constitucionales sobre territorialidad y reconocimiento de los pueblos indígenas, el Convenio 169 de la OIT, ratificado por la Ley 21 de 1991 y los Decretos 804/95 y 1811/90, sobre educación y salud de las comunidades indígenas; además del cumplimiento de los Acuerdos de Jambaló, el Convenio de La María Piendamó en 1995, el Acta de Seguimiento de Novirado en 1996, los Planes de Vida de los Pueblos Indígenas, la Resolución de Vitoncó, la Propuesta de Paz del IX Congreso Regional Indígena en Jambaló, las Conclusiones de los diez Congresos Regionales Indígenas que han luchado por la Unidad, la Territorialidad, la Cultura y la Autonomía de los pueblos indígenas y los Acuerdos del Congreso Extraordinario en el Territorio Indígena de La María Piendamó suscritos entre el 30 de mayo y el 4 de junio de 1999 según elPlan. Básico de.Ordenamiento.Territorial. de Piendamó 2007.

Los primeros terrenos, distintos al resguardo de Guambía, habitados por un amplio grupo Guambiano, fueron los predios de la “Hacienda La Maria”. A mediados de la década del 80’s una migración masiva de personas natales de Guambía ocuparon estas tierras, atraídos en muchos casos por el cultivo del café, en otros, por falta de tierra y en otros muchos, por una conjugación de motivos diversos.

Los Guambianos se asentaron en estos terrenos luego de sobrellevar un proceso de compra y apropiación de tierras por las vías legales, no sin antes darle la cara a los problemas y tropiezos que suelen ser comunes en Colombia.

La migración de personas Guambianas a zona aledañas al resguardo se vino desarrollando en bajas proporciones desde 1930, con migraciones de grupos familiares nucleados que bajaron por su cuenta, buscando horizontes mejores a niveles familiares, ocupando territorios que hacen parte de Tunía, Piendamó, Morales y aledaños. Muchas de estas familias migraron por interés en el cultivo de café y la ganancia que de esté lograban con su comercialización, otras familias fueron motivadas por el cultivo de la yuca, en todos los casos el cultivo de la tierra fue el principal motivo.

Estas migraciones incipientes, propiciaron una oleada de conocimientos varios de la zona entre las personas que naturalmente eran del resguardo Guambía. El conocimiento del terreno, el cambio en la alimentación, el conocimiento de la producción de otros cultivos diferentes a los tradicionales de Guambía, pero sobre todo las nuevas relaciones establecidas por las personas que en distintos momentos migraron, hizo que la información de estos nuevos contextos culturales y geograficos, y los beneficios que de él obtenían, llegara hasta el resguardo de Guambía. Es así como la noticia y el conocimiento de la venta del territorio denominado “Hacienda la María”, se hizo saber en Guambía y Silvia, a principio de los años ochenta.

Descripción del Trueque en la Actualidad

María ha estado participando en la organización del trueque en el que se va a encontrar con Ambaló. Los preparativos para la realización de esta evento en la zona oriente se inicia con varias semanas, en algunos casos meses, de anticipación a la fecha programada.

El cabildo tendrá que atender, informar y solicitar el apoyo de la comunidad; de esta manera la formación de comisiones es una etapa preliminar que en cada caso y en cada resguardo son manejadas y conformadas bajo distintas índoles; sin embargo, podemos dar ejemplo de varias de ellas que siempre serán claves para el desarrollo de un trueque en cualquiera de los resguardos de la zona andina del departamento del Cauca. Estas comisiones básicas son tres: comisión de organizadores y encargados, comisión de guardia indígena y comisión de cocina. Particularmente he visto casos en que la guardia no es necesaria –aunque este presente-, para controlar a las personas participantes; así como también he sido acompañante de trueques en que es necesaria esta comisión para dar orden y hacer respetar las normas establecidas para el intercambio.

Comisión Organizadora

La comisión organizadora es la encargada de proporcionar las garantías necesarias para que todo este en orden y se pueda realizar el evento programado; mantienen comunicación con el resguardo invitado, para tener fechas y horarios establecidos, previamente, como tentativos; organizan e informan a las personas que compondrán las distintas comisiones que son necesarias para el evento (comisión de cocina, de guardia, de aseo, etc), disponen los recursos necesarios para los gastos en comida y demás, informan a la comunidad general del día, ubicación y horario del trueque y dan las respectivas bienvenidas y saludos hechos antes y después del evento.

Esta comisión básicamente la componen personas del cabildo encargado de ser el anfitrión del evento. En el caso de La Maria, las personas encargadas de los trueques que se realizan, son: el gobernador Joaquin Yalanda, Juan Ignacio Jambo, Juan Ignacio Jambo, Pascual (XXX) y los demás alcaldes y alguaciles que rotan por cada evento, entre otros. Esta comisión organizadora, establece una comunicación previa con la homologa comisión organizadora, del resguardo invitado, la cual a su vez se encarga de comunicar al respecto a las personas de su resguardo, informa fechas y horarios; organiza transportes y comunica a la gente de las rutas que se tomaran para recoger a los participantes.

Comisión de la cocina

La cocina es uno de los lugares más importantes dentro de la práctica del trueque como evento; está comisión esta conformada en su mayoría por mujeres, aunque no hay limitación para que hombres trabajen junto a ellas y hagan parte de esta comisión.

La labor empieza, para la comisión de la comida, desde el día anterior al dia programado para el evento. Primero se designa una coordinadora de cocina y así mismo se le asigna un grupo de trabajo, quienes conformaran el equipo de cocina. Este equipo se asigna y conforma con varios días de anticipación del evento.

La labor de cocinar los alimentos y prepararlos para su consumo esta a cargo casi en todos los casos por mujeres; quienes también se encargan de pelar, partir, picar, cocinar y servir los alimentos. Pero, aunque es la mujer la que se encarga de todas las acciones dentro de la cocina, la colaboración de los hombres se hace presente en actividades, que, aunque no se desarrollan internamente en la cocina, se relacionan directamente con la actividad y preparación entorno a los alimentos, por lo cual diríamos que la labor, de la comisión de alimentos no se asigna única y específicamente a las mujeres.

El primer día de actividades (día previo al evento), se esta presente desde las cuatro de la mañana: se empieza ordenando la leña, organizando el fogón y haciendo un desayuno para los presentes. Igualmente este día, se ordenan los alimentos, se mira cuanto se ha dispuesto para cocinar, que alimentos han dispuesto para el evento y que se va a preparar.

Dado que el trueque no solo es una practica de intercambio de productos alimenticios, si no un evento y un espacio en donde se intercambian ideas conocimientos y se tiene la oportunidad de enseñar a las generaciones mas jóvenes y a los niños, en casi todos los casos se ha insistido en que la alimentación que se debe dar en el evento tiene que corresponder a la alimentación tradicional de la comunidad anfitriona. Para el caso de la Maria Piendamó, esta comida esta basada en el mote, por lo cual, se lava y limpia el mote para su cocción y preparación; en los casos en que se mata animal, esté se alista para su sacrificio y desposte, y así mismo se alistan cuchillos ollas, platos, vasos y se cuadra todo lo demás necesario para estos dos días.

Las mujeres se disponen y colaboran con armar y ordenar las cosas necesarias para la cocina junto con los hombres presentes. Luego se mata la vaca, actividad de la que se encargan los hombres, al igual que pelar el animal y el desposte de este. Las mujeres lavan el menudo de la vaca o el animal muerto, queman la pezuña y con ayuda de los hombres tajan la carne que se dispone en cantidades de porción por persona o plato –este proceso se da en el caso de que exista victima animal, si no será carne comprada y donada en casi todos los casos por el cabildo anfitrión-.

Lo mas ligero posible, en el transcurso del primer día de labores –mientras unos despostan y pican-, se pone el maíz (mote) a hervir con ceniza, por lo general se pone al pasar el medio día. El mote esta hirviendo a eso de las cuatro de la tarde, y se necesita que hierva seis horas aproximadamente, y una o varias manos que le pongan cuidado y lo estén revolviendo constantemente. A las diez de la noche, teniendo listos los elementos ya mencionados y las actividades desarrolladas, se suspenden las actividades y se reinician al otro día –en el que se desarrolla el trueque- a primera hora, las cuatro de la mañana.

Al igual que el día anterior, se prepara un desayuno para quienes estén presentes -sean de la organización y logística del trueque o de personas que ya hayan llegado para el intercambio- y se inician las labores de logística y almuerzo. Pelar papa, cocinar la carne cortada, picar, lavar y demás. La cocina no pierde el ritmo en estos dos días. La preparación del almuerzo para el evento, requiere de manos con previa experiencia en los asuntos de comida para público amplio y una sazón bien aprendido en casa.

El almuerzo en el trueque es tan importante, que los participantes difícilmente volverían a truequear a un lugar en donde no se les ha dado almuerzo o se les ha atendido con bajas porciones a la hora de la comida. Así mismo, una buena cocina y una buena porción son parte de los requisitos para que los participantes estén satisfechos y se sientan a gusto en cada resguardo organizador. Es tal la importancia de la comida, que en uno de los encuentros zonales que realizamos, el servir tarde el almuerzo y la comida, nos adjudico comentarios y sugerencias al respecto el día de las conclusiones finales del encuentro.

Las mujeres y hombres colaboradores de esta comisión son concientes de que la cocina es una de las comisiones ejes del evento, y una de las mas importantes a nivel de organización y satisfacción del resguardo visitante. En casi todos los casos, esta comisión mantiene una actividad constante y un ánimo activo contagioso.

Se empieza a hacer pasar al almuerzo a eso de las doce del medio día, se comunica a las personas participantes y se organiza la guardia para el orden de esta actividad. Filas de comuneros con plato, cuchara y vaso se agrupan para comer. La guardia hace pasar en orden y sin montoneras, las mujeres sirven, sonríen, y reparten la comida en porciones generosas y sin dejar a nadie sin comer. Después del almuerzo, las actividades no merman, ordenar las cosas, recoger regueros y desorden, lavar ollas, ordenar, repartir excedentes (en los casos que sucede) y limpiar el sitio de cocina es parte del trabajo que se extiende hasta las horas de la noche en muchos casos, trabajo que la comisión de cocina desarrolla a la perfección en la mayoría de los casos y que son retribuidos con elogios, reconocimiento social y apetitos complacidos.

La Guardia Indígena

La guardia indígena es, sin dudar en palabra, el encargado de la logística del trueque. Wilmer Guaspul, alguacil del cabildo indígena de Totoró camina junto a María atravesando la cancha de fútbol en medio de las gotas de lluvia, mientras observa cómo la gente intercambia en medio de un aguacero y un frío de páramo indetenibles. Comenta mientras tanto cuales son las actividades que se desarrollan previamente y durante el trueque.

Tres días antes del evento, el alguacil se encarga junto con la emisora (cuando existe) y algunos megáfonos, en poner sobre aviso del trueque a toda la comunidad del resguardo. Al día siguiente se ayuda a organizar todo con respecto a cada comisión, se da aviso a todas las personas que van a trabajar en cada uno de los grupos y se encargan de poner en cada sitio lo requerido: comida, equipos, etc. Para este día se organizaron las siguientes comisiones y sus integrantes:
Comisión de cocina
Comisión de guardia indígena
Comisión de salud
Comisión de limpieza y aseo
Comisión de bar tragos y licores (en sus propias palabras)

A las seis de la mañana el día del evento se reúnen las personas encargadas de la guardia indígena, para saber que cosas se deben hacer y como se deben hacer. El alguacil en este caso es el encargado de esta comisión y el encargado de la seguridad y la logística de todo el evento. La guarida indígena asumirá el control y el manejo en el cambio de los productos, antes y después de las ordenes dadas para tal propósito; que no se intercambie antes de lo establecido, que no se vendan productos que se llevan al intercambio, que decomisen productos en caso de ser necesario, de invitar a la gente para almorzar y de dar orden a todo este proceso. Así mismo, todo debe estar en orden y de calma, en dado caso que los ánimos se alteren, la guardia deberá estar preparada para apaciguar estos por las vías de la comprensión, la calma y la reflexión. Así mismo tienen que cumplir con varios requisitos para este día. Primero no pueden ingerir bebidas alcohólicas mientras se esta de guardia en el evento (regla que es difícil de cumplir en todos los casos y que no se impone como obligatoriedad, por lo menos no hasta antes de quedar completamente ebrios, es decir, un trago no esta mal, lo malo es que lo repita hasta caer), no pueden dejar su puesto por hacer otras actividades, no deben lastimar a la gente a nivel físico ni verbal, entre otros.

El Transporte

Las chivas son por excelencia, en la actualidad, el transporte preferido, escogido y utilizado para este tipo de eventos. Empecemos hablando de los invitados. El cabildo y la comisión encargada del resguardo invitado, tendrá como uno de sus principales objetivos, encontrar la manera de hacer llegar a los participantes al lugar indicado y acordado. Esta necesidad, se compensa con la contratación de una chiva. Estas chivas en algunos casos pertenecen a personas de los resguardos, pero en muchas otras, pertenecen a empresas establecidas en Popayán. Los cabildos hacen contacto y negocian el transporte, aportando un porcentaje del total del costo. Las personas participantes a su vez tendrán que pagar un monto menor del habitual por cada pasaje.

La chiva desarrollara un recorrido ya acordado y avisado, por las carreteras y veredas del resguardo; las personas tienen que salir al camino para ser recogidos y así llevarlos al lugar del evento. En una de estas chivas va Ambaló.

Para los anfitriones, el transporte ideal es en muchos casos también una chiva contratada por el cabildo, que hará a su vez el mismo proceso descrito anteriormente. Pero en muchos otros casos, el transporte se remite a las tradiciones de los ancestrales. La bestia, se convierte en el compañero ideal para llevar los productos que van a ser intercambiados. Una tras otra van llegando con los bultos en su lomo. Sucesivamente se van amarrando y dejando pastar en los alrededores del espacio destinado para truequear. Muchos otros, haciendo uso de las distintas herramientas que encuentran en sus parcelas y casas llegan maniobrando una carreta de construcción que trae encima de si un cerro de productos alimenticios.

Le llegada al trueque por los invitados y los anfitriones proporciona un sin fin de colores y ambientes. Gente corriendo, alimentos maduros, costales, bolsas, niños, chivas moviéndose, carretas saltando, hombres cargando y un espectro inimaginable de tentativas generadas a los espectadores que ya han alistado sus lugares y alimentos y los que sin lugar para cambiar, ni carreta que manejar observamos inquietos el funcionar del asunto.

La partida no es menos. Luego de ver mover a la gente de un lado a otro, saltando entre bolsas, piedras y esquivando semejantes vecinos y conocidos, niños corriendo solos pidiendo alimentos que no tiene y ofreciendo productos de su casa, mujeres y hombres sudando en la carrera de la oportunidad y el cambio. Las personas asistentes se alistan para la partida, bultos que se van llenando con alimentos que no traían, caras de alegría y decepción muchas veces se cruzan, pero entre ambas la cara del compromiso de compensar en una próxima oportunidad y la complicidad de luchar por algo que parece entre tanto ser lo mismo. Bulto tras bulto dejan la chiva llena y estereotipada para las fotografías. Es una deleite para el ojo observador, que se empalaga de tanto movimiento.

La Gente y el Trueque

Ambaló llegó al trueque pero ni él ni María toman la iniciativa de provocar su mutuo encuentro. Sin embargo, ambos saben que se van a encontrar. Se dan un emocionado saludo con la mirada que dura casi todo lo que dura el evento de intercambio entre comunidades.

Mientras tanto, las actividades dentro y fuera del trueque varían, de hecho, aunque en esencia el tópico principal de esta actividad es el cambio de productos, las actividades que se desarrollan dentro y alrededor de cada trueque -incluyendo etapas como el antes, el durante y el después-, son un abanico de multiplicidad y color, tan variado como las personas, pueblos y culturas que asisten a cada uno de estos.

Asistiendo a los trueques realizados, hablando con las personas que asisten activamente y ayudando a bajar bultos de papa, naranja o amarrando bolsas de vez en cuando, observábamos y escuchábamos distintas opiniones del por qué y a qué van al trueque.

Todos comparten el entusiasmo de cambiar sus productos por una buena cantidad distinta –mayor en casi todos los casos- de productos y variedad de igual intensidad. Sin embargo la multiplicidad de entusiasmos que se hacen presentes para asistir al trueque, muestra la diversidad de tonos e intereses que se encuentran y se realizan dentro de este evento. Se ven personas interesadas en conocer personas, muchos encuentran en el trueque un espacio de encuentro con amigos -conocidos probablemente como hemos visto en trueques anteriores- de otros resguardos y veredas, también vemos muchas energías entusiastas de ir al trueque a tomarse unos tragos y pasarla bueno, muchos más entusiastas, van a los trueques por todas las anteriores y al mismo tiempo reconocen en esta actividad la representación de lo que necesitan los pueblos indígenas hacer en el presente. Opiniones y entusiasmos más elaborados y complejos también se hacen presentes, hablar con autoridades indígenas, con los organizadores, y muchos de la población general dan opiniones y comentan sus intereses y motivaciones en muchos casos intereses estructurados en posiciones políticas, económicas, sociales, identitarias, culturales y por supuesto reivindicativas.

Pero, así mismo como se ven actividades de distintos matices, en cada trueque se ven similitudes, características que comparten y se hacen comunes en cada evento que se realiza en las distintas zonas del Cauca andino.

María recuerda el primer trueque al que asistió. Todo en su organización y en actividad parecía ser un evento de gran magnitud. De hecho lo era, el cabildo organizador – el resguardo de Puracé- realizaba un evento que convocaba a distintos resguardos de distintas zonas, también se había invitado a la comunidad campesina -no solo del Cauca también del departamento del Huila- y hacia un total de participantes muy amplio, en comparación a los siguientes trueques a los que asistí. Al llegar encontramos diversidad de chivas que se hacían presentes en la calle más cercana a la cancha de fútbol del poblado de Puracé, las personas que bajaban sus productos de la chiva, era el resguardo invitado de La María; en la entrada se encontraba presente la guardia indígena de el cabildo de Puracé, hombres y mujeres – de distintas edades, desde jóvenes hasta mayores se hacían presentes por todo el lugar- eran parte de la guardia y de los organizadores. Los participantes arreglaron sus productos y mercados, cada clima desplegado en línea recta, clima cálido frente al frío, plátano frente a papa, naranja frente a fresa y leche.

Una lluvia suave y tenue se hace presente, mientras los organizadores piden por medio del sonido estrepitoso, puesto en disposición para la actividad, que la gente pase al coliseo situado a un lado de la cancha donde ya se habían dispuesto en orden los productos. La gente poco caso hace a las palabras emitidas por los altavoces, es necesaria la colaboración de la guardia indígena, quienes uniendo sus bastones van llevando a la gente a ocupar las filas de las tribunas para ver las distintas intervenciones que se tenían preparadas.

Primero se presenta el orden del programa establecido para el día; van las intervenciones de los gobernadores de resguardos invitados o de los mayores y representantes de indígenas, campesinos y organizadores todos dieron sus respectivas impresiones y agradecimientos, los primeros en estar en el programa. Luego una tanda de música tradicional, presentaciones, obras de teatro y danzas, todas en relación con el tema especifico que nos reunía, a mi como espectador y a ellos como participes; aunque al final todos terminamos participando de una experiencia, solo que a distintos niveles. En medio de la presentación de todo lo anunciado en un principio, se negocia con los espectadores y participantes, el orden con respecto al inicio del trueque, “antes o después del almuerzo” es la propuesta a forma de interrogación que se le hacia al publico.

Se decide que se debía cambiar antes de llenar la barriga. En medio de aplausos silbidos y vendedores de maní “salado y dulce”, las personas participantes salieron del coliseo, con ánimos irrevocables de cambiar, comida por comida. Ante los ojos de un transeúnte criado en la ciudad y acostumbrado a regatear cuanto compra, vi los primeros niños corriendo con bolsas negras o azules con rayas blancas llevándolas de un lugar de la cancha al otro; pequeños y embarrados, con botas negras pantaneras, las mismas que usaban los padres y adultos que también corrían y se movían por distintos lugares y familias, intentado cambiar con la mayor ligereza posible. Las personas se cruzaban unas con otras, de aquí para allá, como en un ballet intermitente, fluían de un lugar a otro llevando para traer.

Por fin el largo y silencioso saludo termina porque Ambaló y María por fín se encuentran frente a frente. Intercambian sus obsequios y se abrazan para siempre. Así es el trueque


AGRADECIMIENTOS



ASOCIACIÓN DE CABILDOS GENARO SÁNCHEZ
CABILDO MAYOR YANACONA
RESGUARDO INDÍGENA DE GUACHICONO
RESGUARDO INDÍGENA DE RIOBLANCO
RESGUARDO INDÍGENA DE CAQUIONA
CABILDO INDÍGENA PAPALLAGTA
RESGUARDO INDÍGENA DE AMBALÓ
RESGUARDO INDÍGENA DE LA MARÍA


UNIVERSIDAD DEL CAUCA
GRUPOS DE INVESTIGACIÓN
GICEA, TULL, GESC, IDIS


COLCIENCIAS
CAUCA, 2008

Cartilla zona sur del Cauca

Esta es una de las tres cartillas que elaboramos con el proyecto "El trueque desde una perspectiva comparativa: diálogo de saberes y fortalecimiento del conocimiento ancestral en tres zonas indígenas del Cauca andino", en equipo con los pueblos indígenas del Cauca: Kokonuko, Yanaconas y La María y Ambaló.


VOS ME DAS YO TE DOY.
-Pueblo Yanacona-


Lo que aquí cuento no es sabiduría mía. Todo es un resumen de lo que le escuché al fuego. Una tarde iba con Ferley en busca de un mayor que vive bien adentro en la montaña, llovía y, para guarecernos, entramos a una casa ancestral, donde encontramos a Milo, un lector de la naturaleza.

Este lector invocó al fuego, que es distinto a simplemente encenderlo, e inició con él una conversación, de la que fui testigo, a lo largo de nueve rondas de “mambeo”, que en nuestro sistema de medición del tiempo equivale a llegar a la medianoche.

Llenamos nuestras bocas con hojas de coca y cal. Inicialmente el fuego tuvo frío pero lo saludamos y empezó a responder sin que le preguntáramos.

PRIMER MAMBEO.

En el pueblo Yanacona, dijo el fuego a través de Milo, el trueque reviste algunos rasgos que diferencian su práctica de la manera en que esta tiene lugar en otros pueblos.

Para empezar, aquí casi no se realizan trueques masivos. Las distancias y los caminos destapados o inclusive de herradura, que comunican a un lugar con otro, dificultan y encarecen cualquier evento de estas características.

Sin embargo, entre los Yanacona el trueque existe cotidianamente. Se practica entre vecinos y familiares, en forma espontánea. La dieta diaria se organiza a base de trueques. Cada familia tiene una huerta casera, de tal manera que, en conjunto, cada comunidad cuenta con una gran variedad de verduras y hortalizas.

Las familias Yanacona se caracterizan por tener un generoso y siempre dispuesto sentido de la hospitalidad; se sienten muy orgullosas de su gastronomía y viven permanentemente motivadas por el deseo de dar a conocer sus recetas y semillas.

La brisa golpeó sobre la puerta, el fuego hizo una venia y escuchó cuando le preguntamos:
¿Por qué las semillas?

SEGUNDO MAMBEO.

La llama se avivó, como en un salto de entusiasmo y crepitó su respuesta:

Para los Yanacona el trueque de semillas es tal vez el sentido más importante de esta práctica. Por ejemplo, ellos se sienten orgullosos de contar con, al menos, 22 variedades de Ullucos, que es un tubérculo pequeño pero compacto, autóctono del macizo colombiano y el Cauca Andino.

El intercambio de semillas es vital porque en ellas reside no sólo el parénquima de lo que será una planta sino que allí también palpitan la soberanía y la historia de todo un pueblo: Es decir, por un lado, la conservación de una semilla a lo largo del tiempo, implica que muchas personas la han sembrado, generación tras generación y, de esa manera, han pisado la sementera y sus alrededores durante muchos años, en ejercicio de su propia forma de vivir y de gobernarse. Por otro lado, cultivar una semilla durante muchas generaciones significa que sus frutos y manjares han acompañado las celebraciones y vicisitudes con las cuales un pueblo ha llegado hasta nuestros días.

¿De dónde vienen los Yanaconas? – fue nuestra siguiente pregunta- y el fuego se tomó una pausa para contonearse antes de volver a arder con vivacidad.

TERCER MAMBEO.

Los Yanacona también le dan mucha importancia a la búsqueda de sus ancestros, como tratando de encontrar y revitalizar su propia semilla cultural.

Se dice que los Yanacona provienen del Chinchaisuyo, que era el norte del gran Tahuantisuyo, en lo que hoy se conoce como el Perú. Al parecer eran cargueros y servidores que llegaron buscando su emancipación en el macizo colombiano, al sur de lo que hoy se denomina Colombia.

Son parte del gran imperio del sol y nietos míos. Por eso me llaman abuelo fuego. Yo vivo agradecido con los Yanaconas por sus constantes manifestaciones de amor mediante los ritos de la familia del INTI RAMY.

El fuego se arremolinó y yo le pedí que me hablara más de los Yanaconas, luego surtí mi boca para callar mientras el fuego respondía.

CUARTO MAMBEO.

Antes, muy cerca de los años de juventud del abuelo fuego, no había caminos, pero a los Yanaconas les correspondió hacerse expertos en abrirlos. Los caminos son una gran obra de alfarería amasada con los pies durante muchas generaciones. Buena parte de la historia ancestral de los Yanaconas transcurrió en los caminos, trasegando.

Los caminos ven, escuchan y saben guardar secretos. El silencio de los caminos no acusa pero tampoco absuelve. Son como los vasos sanguíneos por donde circulan las personas que llevan la vida humana a lo largo y ancho del gran cuerpo de la madre tierra.

Los Yanaconas convirtieron a los caminos en el lomo de las montañas. Los caminos son una gran huella para este pueblo que proviene de tan lejos. Los caminos también han sido escenario de luchas e inequidades. Por ejemplo, hubo un tiempo en que los encomenderos controlaban los caminos y sólo los adecuaban para el paso de sus animales de carga. Los empedrados y los puentes son testimonios de ello.

Para los Yanaconas en Colombia, en medio de muchas vicisitudes, los caminos han sido el rastro dejado por un grito de libertad y una visión de esperanza. Por los caminos viajan costumbres y no sólo productos. Los caminos son hilos de sencillez que unen a los pueblos aunque sean distintos. Sin los caminos no habría sido posible el trueque.

El fuego se serena, mientras escucha nuestra pregunta:¿qué es el trueque? Nosotros llenamos la boca de hoja y el fuego empieza a responder.

QUINTO MAMBEO

El trueque es una práctica ancestral que ha unido a los Yanacona con otros pueblos desde el occidente hasta San Agustín, en lo que hoy se conoce como departamento del Huila, al oriente del Cauca. Desde el sur, en lo que hoy pertenece a la república del Ecuador, hasta lo que actualmente se conoce como el Valle del Cauca.

Es muy posible que antes de ser una actividad económica, el trueque haya sido una práctica de la hermandad y la amistad, o como dicen algunas personas: una práctica comunicativa. Antes de intercambiar se compartía.

Las familias crecieron y unos ocuparon tierras frías mientras otros se ubicaron en tierras calientes. Entonces fue necesario ayudarse mutuamente para complementar la dieta con productos de diferentes pisos térmicos. El trueque se convirtió en la actividad mediante la cual las familias se abastecían de alimentos. El trueque ha sido un hilo de unión entre los hermanos, los compadres y los vecinos. El trueque consiste en dar y recibir.

El trueque permitió la convivencia de familias que vivían en diferentes condiciones naturales o que practicaban distintas formas de producir. Muy pronto el trueque permitió el intercambio de experiencias culturales, de habilidades técnicas, y de conocimientos.

Viajar por los caminos durante horas y horas para truequiar en los extremos del territorio llegó a ser una costumbre básica para que surgiera un embrión de comercio propio. Actualmente, el trueque es visto en las comunidades Yanaconas, como un acto de identidad, como una actividad económica para garantizar la soberanía alimentaria, y como una manera de resistirse a ser devorados por las políticas de globalización.

El fuego vuelve a serenarse, y espera nuestra siguiente pregunta: ¿qué es la globalización? Nosotros tomamos otro puñado de hoja y el fuego reinicia su disertación.

SEXTO MAMBEO.

La Globalización, en este caso, consiste en la tendencia a convertir a todo el planeta en un solo pueblo, usando los medios de comunicación y casi sin usar los caminos.

Es cierto que el internet, los teléfonos celulares, los televisores, los satétlites artificiales, los GPS y otros aparatos nos ayudan a sentir más cerca a los que están distantes. Así, a veces la solidaridad puede viajar más rápido pero desafortunadamente, la mayoría de veces la globalización no es impulsada por las ruedas de la hermandad y la amistad sino por la codicia, que se ha convertido en la mayor tecnología.

En este momento, según dijo Milo, el fuego lloró. Sus barbas rojizas palidecieron. El fuego dijo con resignación que ya no todo es creación suya. No es mi culpa, dijo. Pero tampoco soy inocente, agregó.

Nosotros seguimos escuchando y el fuego dijo que la codicia ha aumentado su capacidad de robar el alimento que provee el sol para la gente porque la globalización también consiste en que el dinero ha hundido sus raíces en todo el planeta hasta obtener más importancia de la que debe tener.

Es cierto que el dinero ayuda a facilitar las actividades comerciales de la gente pero con la globalización, continuó el fuego, la naturaleza ya no está disponible primeramente para calmar la sed, el hambre o el frío. Ahora está destinada a generar ganancias monetarias calmando esas tres necesidades.

Además, el ansia desmedida de ganar dinero amenaza con convertir en mercancía que se compra o se vende a todo lo que es auténtico de los pueblos.

La idea de hacer del planeta un solo pueblo sería muy interesante si se pudiera practicar el intercambio justo, respetando la diversidad de cada quien.

El fuego parpadeó y yo quise saber cómo se llegó hasta allá.

SÉPTIMO MAMBEO.

Entonces escuchamos a Milo diciendo que los caminos se convirtieron en carreteras. La convivencia con la naturaleza se transformó en ansiedad comercial. Por las carreteras antes que productos, empezó a viajar el dinero. Quienes no conocían el dinero empezaron a conocerlo y a caer cautivados por sus promesas.

El trueque perdió importancia porque con el dinero se compraba cualquier cosa. Es decir, que a la hermandad, la amistad y el compadrazgo se les congeló el pecho y les brotó la voz ronca de la codicia.

Se introdujo el monocultivo, especialmente el de la papa, en el que se utilizan agroquímicos. Así empezaron a escasear muchas semillas autóctonas y se dejaron de lado varios hábitos de labranza.

Las carreteras no necesariamente fueron diseñadas para mejorar las condiciones de vida de la gente. Al contrario, se acentuaron las dificultades para sobrevivir, debido a las nuevas condiciones de intercambio, impuestas por la economía de mercado, en la que todo se compra y todo se vende y en la que le va mejor al que acumula dinero aún a costa de la cultura de los demás. No se modificó la tenencia de la tierra y continuó la indiferencia estatal frente a las necesidades sociales de la región. Las carreteras facilitaban la circulación del capital y el control político desde los centros de poder pero no facilitaban el mejoramiento de la agricultura ni la circulación de los productos de la economía indígena y campesina. En la práctica de la codicia no todos están en igualdad de condiciones y por eso unos aplastan a otros.

Aprovisionamos nuevamente nuestros maxilares y el fuego reinició sus enseñanzas.

OCTAVO MAMBEO.

Desde entonces no todo ha sido siempre tan tranquilo. Hace apenas unos pocos años, este territorio fue convertido en el reino de la ferocidad.

A comienzos de los años 90 aparecieron los cultivadores de amapola, foráneos que necesitaban precisamente la clandestinidad que les facilitaron todas las dificultades que tiene la supervivencia en las montañas desde los 2000 hasta los 3200 metros de altura sobre el nivel del mar, parcialmente olvidados ya el trueque y los viejos caminos.

Por ser un negocio terrible su producto es sumamente costoso y, por lo tanto, se da el lujo de pagarle bastante dinero a los cultivadores, quienes entraron en un tenebroso delirio. En él muchos indígenas fueron presa fácil de la jactancia y el derroche.

Se estableció la ley del más fuerte y el desprecio por la vida. En 1994, en el apogeo de esta bonanza las flores rojas de la amapola se confundieron con las manchas de sangre que se esparcieron por el campo.

En 1997 las comunidades tomaron la iniciativa de prohibir el consumo de alcohol en sus territorios y en 1999 el estado reaccionó realizando fumigaciones que afectaron no solo los cultivos de uso ilícito sino también los de consumo.

Luego se estableció la erradicación manual y aunque algunas familias lograron salir de la miseria otras sucumbieron en aquella alucinación de horror.

El fuego ardió con furor.

NOVENO MAMBEO

Milo sentenció que la maldición ya fue conjurada. Llegar a la zona conocida como el macizo colombiano, es como bordear los abismos que se abren entre las cumbres de lo que, corrientemente, uno considera que es la lucha por la supervivencia. Recorrer sus caminos es como estar desplazándose sobre el cuerpo de una criatura enorme.

En estos tiempos en que el trueque se está revitalizando. La guardia indígena ha re-establecido la calma. Los Yanaconas hacen pocos eventos masivos pero cuando los realizan elaboran estantes, traen recetas, semillas, danzas y mucha música. En este momento se nos acabó la coca y el fuego empezó a pagarse, como la música que se funde lentamente en el silencio.

Cesó la lluvia y yo interpreté que el espíritu del mayor que habíamos estado buscando, estuvo allí. Guardamos silencio por un instante antes de irnos a descansar.


AGRADECIMIENTOS

ASOCIACIÓN DE CABILDOS GENARO SÁNCHEZ
CABILDO MAYOR YANACONA
RESGUARDO INDÍGENA DE GUACHICONO
RESGUARDO INDÍGENA DE RIOBLANCO
RESGUARDO INDÍGENA DE CAQUIONA
CABILDO INDÍGENA PAPALLAGTA
RESGUARDO INDÍGENA DE AMBALÓ
RESGUARDO INDÍGENA DE LA MARÍA


UNIVERSIDAD DEL CAUCA
GRUPOS DE INVESTIGACIÓN
GICEA, TULL, GESC, IDIS

COLCIENCIAS
CAUCA, 2008

cartilla trueque zona centro del Cauca

Este documento es el resultado de un trabajo de más de cuatro años, en el marco del proyecto "El trueque desde una perspectiva comparativa: diálogo de saberes y fortalecimiento del conocimiento ancestral en tres zonas indígenas del cauca andino", que elaboramos con los pueblos indígenas del Cauca: Kokonuko, Yanaconas y La María y Ambaló.


VOS ME DAS, YO TE DOY

Pueblo Kokonuko


INTRODUCCIÓN

Al cóndor no le importa saber si está hablando con un niño o con una niña porque lo que le hace feliz es saber que por fin logra hablar pacíficamente con una cría humana.

Y esta cría humana le pregunta al cóndor: Hace varios días estoy oyendo que todos se están alistando para ir a truequiar y todos quieren ir a truequiar… pero decime ¿Qué es truequiar? ¿A qué es que van?

Y aunque la mayoría de cóndores han tenido que aprender a huir atemorizados por algunos humanos, este invita al niño (o niña, según el caso): Vení te cuento: truequiar es ir a encontrarse con varias comunidades para intercambiar productos, cultura, palabras… saberes, mejor dicho de todo.

Pero este es un niño (o niña, según el caso) que no come cuento y responde con otra pregunta: Espera, espera. Decime despacio ¿cómo así para intercambiar?

El cóndor, que todo lo sabe porque se la pasa echándole ojo a todo, responde dándole a entender que nada en la vida es complicado y le dice: Sencillo. Vos me das algo y yo te doy a cambio otra cosa, mejor dicho, de lo que yo tenga.

Y este niño o niña, que al igual que todos los y las infantes es muy pero muy inteligente, se resiste a quedarse con dudas y vuelve a hablar: Ahora sí entendí menos. ¿Para qué tenemos que ir a otra parte?

El cóndor comprende que tiene que hablar más claro y decide empezar este relato: Mmmmh… Espera te cuento. Mejor dicho, deja volar al cóndor y escucha:

Este siglo, que en las cuentas que se hacen por aquí es el siglo XXI, prácticamente lo empezaron las comunidades indígenas del Cauca haciendo trueques.

No me pongas esa cara de “quedé en las mismas” y déjame hablar. Como ya te dije, truequiar es intercambiar una cosa por otra. Por ejemplo: vos me das una mirada cuando paso volando entre las nubes y yo te doy una danza sobre el cielo azul.

Espera te explico mejor porque ya ví que tenés afán en los ojos y en la lengua.


¿CÓMO ERA ANTES?

Mira – llama la atención el cóndor- mis antepasados me contaron que el trueque es una práctica ancestral.

Hace muchos años, hubo un tiempo en que la gente no usaba el dinero. Cuando todavía no había tanto comercio, los caminos eran empedrados, empalizados, rara vez de barro, y nadie masacraba a los árboles, la gente que vivía en estas montañas y en el llano iba a visitar a sus familiares o a sus amigos porque la amistad es una canción que nos ayuda a vivir alegres. Iban adultos y niños a hacer la visita porque ya se entendía que los niños son personas muy importantes. En ese tiempo la gente se alimentaba con lo que tomaba directamente de la tierra pero como en la tierra caliente no se produce lo mismo que en la tierra fría, pues era necesario intercambiar productos. Los de clima frío obsequiaban a los de tierra caliente y los de tierra caliente a los de clima frío.

Tiempo después la gente aprendió a cultivar, que es como fabricar alimentos con la ayuda de la tierra y así se inventaron las huertas. Poco después, todos le pusieron una melodía especial a la canción de la amistad. Esa melodía consistía en llevarle siempre un obsequio a sus amigos. Un obsequio sacado del huerto y también sacado del corazón, como podrás imaginar, porque la generosidad sólo se cultiva en el corazón.
Cada visitante alistaba un costal o saco hecho en fique porque en ese tiempo no se habían inventado el plástico que ahora afea a los paisajes, esteriliza a la tierra y se niega a reciclarse con más terquedad que una venganza.

Todos los que iban a salir de visita, es decir, los niños y los adultos, recogían frutos del huerto y llenaban varios costales. Los adultos llenaban un costal grande y los niños, según su tamaño y estatura, mejor dicho, según su fuerza, llenaban un costal cuyo peso después pudieran levantar. Por supuesto, también se alistaba una jigra con hoja de coca, que ha sido una compañera natural del esfuerzo, los rituales y la ensoñación de los indígenas.

Las mujeres se quedaban en la casa porque ellas son las que mejor saben mantener el calor de la hoguera que reúne a la familia aunque también es importante decir que las mujeres se le pueden medir a todas las tareas que les ponga la vida. Yo, que soy un Cóndor, admiro a las mujeres. Vos, si eres un niño debes respetarlas más y si eres una niña debes quererte tanto como las mujeres quieren a toda la humanidad.

En fin. Te venía diciendo que los visitantes salían cargados de obsequios así como los integrantes de una chirimía o de un conjunto musical, de esos que son tradicionales en los pueblos, llevan sus instrumentos musicales en sus brazos o en la espalda.

De esa manera caminaban horas y horas aunque claro que en esos tiempos casi no había relojes de pulsera y entonces al tiempo lo marcaba el ritmo del corazón. Las piernas eran como las agujas del reloj pero en vez de andar en círculo seguían y seguían por los caminos alargados. A veces el sudor se confundía con la lluvia sobre la piel carmelita y algunos usaban una especie de reloj sofisticado para la época: un tabaco que resplandecía en una de sus puntas como algunos relojes digitales de ahora. El humo que salía del tabaco era como el camino que se esfumaba bajo los pies de los visitadores.

El camino terminaba en la casa de los amigos o familiares con los que se quería compartir la coca y todo lo que por tanto rato se había transportado. Entregar aquellos bultos era como decir: “Estoy aquí porque sos importante para mí”. Por eso algunas personas realmente decían: “Te trajimos este presente”.

Quienes recibían el presente lo mantenían sin destaparlo porque el agradecimiento podía más que la ambición. Los anfitriones le ofrecía guarapo a los recién llegados e iniciaba una conversación sobre semillas, aventuras, recuerdos y otras cosas que sirven para cultivar a las amistades, las canciones y las culturas. De allí muy fácilmente se pasaba a la fiesta con música de cuerdas o de chirimía, mientras algunos integrantes de la familia visitada entraban y salían hacia su propio huerto. Esos toques tan auténticos siempre nos han encantado a los cóndores.

Algunos visitantes pasaban la noche en la casa que los recibía y cuando iban a iniciar el regreso eran sorprendidos con una despedida no menos generosa. A cada visitante le entregaban un costal del mismo tamaño del que había traído. Todos estaban llenos de frutos del huerto de los anfitriones pero nadie preguntaba qué había en esos costales porque como ya te dije, el agradecimiento era más importante que la ambición.

Empezaba el regreso. El regreso era como si las agujas del reloj, es decir, las piernas de los caminantes, hubieran llegado al doce para empezar a dar otra vuelta. Las piernas eran las agujas del reloj de la amistad, que era un reloj sin tiempo. Poco después los visitantes eran visitados en su propia casa.

De esa manera, en todas las casas había productos de diferentes huertos. Nadie compraba ni vendía lo que necesitaba para alimentarse. Cada familia fabricaba su casa y su ropa, la plata no era necesaria, o por lo menos no como lo es ahora. Había mucha gente que ni conocía los billetes y eso no era motivo de vergüenza. La amistad era más importante que el dinero. Unas personas –continuó el cóndor- le llamaban a esos costalados que intercambiaban “guambizas”, después, cuando el intercambio se hacía más deliberadamente, es decir, no sólo por amistad sino con la clara intención de obtener algún producto específico, a ese intercambio se le llamaba “componer palabra” y hubo otras maneras de nombrar al intercambio, según el lugar o la época.

No es que todo fuera perfecto porque, que yo sepa, los humanos siempre han tenido más problemas que los cóndores pero eso es otro asunto.

La cría humana mira sorprendida al cóndor y suelta una pregunta desconcertada y desconcertante por la manera de expresarla: ¿Así es la cosa?

Y el Cóndor sólo atina a responder: Muchas de las cosas que te estoy contando me las dijeron mis antepasados y otras las he visto yo desde las alturas.


¿CÓMO ES AHORA?

La cría humana levanta la mirada e insiste en su inquietud: Y, ahora ¿Qué es que están haciendo?

El cóndor escucha la pregunta con respeto mientras traza una “ese” en su vuelo planeador y continúa su relato: Ahora es un poco distinto. La intención ahora es menos ingenua pero tan noble como lo era antes.

En este siglo, ya no sólo se hacen visitas de una familia a otra sino que la asociación de cabildos, en este caso la “Genaro Sánchez”, que es como una gran familia que reúne a todas las comunidades indígenas de los Kokonuko, le designa a uno de ellos la tarea de organizar un trueque, es decir, un evento al que invita a todas las familias de los demás resguardos.

Organizar un trueque es organizar una gran fiesta de la amistad, la generosidad y la esperanza. O mejor dicho, una gran fiesta para recordar a esas tres canciones porque desafortunadamente a la humanidad a veces se le olvidan.

El cabildo organizador designa un lote grande, que por lo general es una cancha de fútbol, para realizar allí el intercambio de productos. A algunas personas del resguardo se les recomienda la tarea de elaborar carteles con los nombres de cada comunidad con el fin de asignarle a cada una un lugar en aquel campo. En un lado se ubica a las comunidades que vienen de clima frío y en el otro las que vienen de clima caliente. Es como preparar todo para un juego en el que participa mucha gente. Ahí todos pueden ganar.

¿Un juego? pregunta la cría humana muy entusiasmada. Sí. Es como un juego porque todos lo disfrutan, se ríen, corren. Vení te cuento con más detalle - dice el cóndor -.. Hacele, hacele –complementa la cría humana-.

Dejame decirte que yo he visto desde las alturas que las personas que viven cerca llegan a truequiar a caballo o a pié, empujando carretas pero también he visto a esos camiones rústicos que ustedes llaman chivas, repletas de gente y de costales. Van adornadas con banderas de colores, bajando de las montañas al llano o subiendo del llano a la montaña. Parecen verdaderas chivas, mejor dicho, verdaderas cabras brincando sobre el cuerpo de este paisaje gigantesco. Así, envueltas en una nube de polvo, las chivas llegan al borde del terreno donde se va a realizar el trueque. La gente se desgaja de las chivas como frutas maduras y así mismo descargan sus costales. Cada comunidad se ubica junto al letrero que le corresponde.

Claro que en las chivas no van solamente productos alimenticios. Ahí también llevan instrumentos musicales, de tal suerte que una vez llegan, empieza una programación en la que las danzas, chirimías y conjuntos musicales de todas las comunidades interpretan esas melodías que me atraen. Cada vez que escucho esas músicas me acerco y muchas veces me he encontrado con un trueque. Además en los trueques instalan micrófonos, altavoces y parlantes muy potentes. Así es que he aprendido muchas de las cosas que te estoy contando.

Entre canción y canción, los viejos amigos se saludan, a veces intercambian hoja de coca, y el representante de cada comunidad se dirige a todos los asistentes para animarlos a seguir realizando trueques. Así, con música, llega la hora del almuerzo, todos alistan el plato y la cuchara, porque para participar en un trueque es necesario llevar plato y cuchara. Sí, por supuesto, el cabildo organizador obsequia el almuerzo para todos. Mejor dicho, el cabildo encarga a unas personas para que preparen un almuerzo típico. Si es en clima frío se prepara un mote con ollucos y si es en clima caliente se prepara un delicioso sancocho con yuca y plátanos verdes.

Pero contame rápido cómo es lo del juego- interrumpe la cría humana-

Tan impaciente como estás vos se ponen todos los que asisten al trueque – señala el cóndor -. Todos quieren intercambiar rápido y ahí es dónde se vuelve importante la guardia indígena … La cría humana vuelve a interrogar con la mirada y el cóndor entra a explicar: sí porque el truequeo solamente puede empezar cuando el gobernador del resguardo da la orden. Entonces la guardia indígena media entre la autoridad del gobernador y el capricho de los que quieren adelantarse para acaparar los mejores productos. En cada trueque la generosidad lucha contra la ambición.

Todas las comunidades llevan guardias indígenas desde su resguardo y todos los guardias se toman de la mano uno tras otro para formar una cinta humana que separa a los de clima frío de los de clima caliente. La guardia indígena impide que los participantes en el trueque se adelanten a la orden del gobernador, también impiden que alguien incumpla la norma más importante del trueque, que consiste en intercambiar y no en vender. Como sabés, la guardia indígena viste con chalecos de colores y no usa armas sino bastones de chonta, que son símbolos de autoridad. El ejercicio de la autoridad por parte de la guardia indígena, se basa en la sinceridad conversada entre los compadres y comadres pero cuando alguien la irrespeta, el griterío censurador de toda la gente se encarga de respaldar a la autoridad de la guardia, que representa a la autoridad del cabildo liderada por el gobernador.

Hasta que al fin, el gobernador da la orden de empezar el intercambio, o “el cambeo”, como dicen algunos. -¡Al fin!- murmura la criatura humana. -Y ¿ahí es cuando empieza el juego?--Sí, responde el cóndor.- Los de clima frío corren hacia la zona donde están los de clima caliente y viceversa. Se forma el alboroto ¡Cambio papa por panela! ¡Cambio mora por plátanos! ¡Cambio ollucos por tomate! ¡queso por chontaduros! Todos se entrecruzan yendo y viniendo de un lado para otro a cambiar o a encostalar lo que ya obtuvieron. Por supuesto, también se intercambia hoja de coca y hasta guarapo.

-Muy distinto a lo que se hacía antes- agrega la cría humana. En parte es distinto, aclara el cóndor, mientras se regodea con el viento que sopla sobre su cara de pico duro y ojos grandes.

Hay cosas que son distintas pero no podés olvidar que entre los indígenas nunca ha dejado de existir la solidaridad para con los familiares y los amigos. Mirá - continua el cóndor-, lo más importante del trueque es el intercambio entre parientes, entre vecinos y entre conocidos porque así nadie se fija en cuanto puede obtener a cambio, sino en qué producto es el que le hace falta al otro. Así se sigue practicando dentro de las comunidades pero tenés razón, es distinto cuando el intercambio ocurre entre personas que no se conocen porque muchas veces las dos partes están pensando en el valor monetario de las cosas antes de hacer el intercambio. Ya te dije que en el trueque la generosidad lucha contra la ambición.

Así y todo, ha habido trueques en los que se intercambian muchas toneladas de alimentos. A veces pienso que la naturaleza ha sido más generosa con los humanos que los humanos con la naturaleza. Como sea, los participantes en el trueque vuelven a irse cargados como llegaron. A caballo, a pié o en chiva pero cada quien se devuelve con productos distintos a los que había llevado para truequiar. El viaje de vuelta en las chivas es como cuando la gente regresa de un paseo. He podido notar que en ese momento los indígenas sienten esa suave fatiga que se apodera de los músculos luego de un largo día entretenido. En sus mentes amanece el más azulado de los días despejados sobre las montañas, el pecho se les yergue como el volcán Puracé y de allí brotan carcajadas y gritos de alegría. Las chivas vuelven a ascender o descender, según corresponda, del llano a la montaña o de la montaña al llano mientras el viento les agita las banderas de colores que se van fundiendo con la noche.

LA IMPORTANCIA DE TRUEQUIAR

La cría humana cierra los ojos por un instante para reflexionar sobre lo que ha escuchado y luego mira hacia el paisaje que tienen enfrente mientras pregunta: ¿porqué se hacen trueques en vez de ir a comprar el día de mercado en la galería?

El Cóndor, a quien su sabiduría le concede una gran serenidad, por primera vez se siente inquieto. Tan inquieto que se posa sobre una roca … hasta que finalmente empieza a resolver la pregunta de la cria humana, no sin antes reclamarle: No me mirés con esos ojos de cazador malvado que ya te voy a explicar. Hay tres razones para hacer trueques.

Mira, la primera razón consiste en que a la humanidad a veces se le pega el sonsonete de la ambición y, como ya te dije, se le quieren olvidar las canciones de la amistad, la generosidad y la esperanza. Entonces un trueque es una gran fiesta que sirve para recordarlas. En cambio, cuando la gente va a comprar o a vender alimentos no comparte sino que piensa en cuanto va a ganar y lo grave del asunto es que la ambición no sólo va a la galería el día de mercado sino que la ambición se regó por todo el planeta como una ollada de agua caliente que despelleja a cualquiera.

¡Uuy!! –exclama la criatura humana mientras hace un gesto como si sintiera un dolor-.

Esta es la segunda razón: Hay países y empresas, la mayoría de ellas multinacionales, que creen que nuestro planeta es una gran galería de mercado donde se puede comprar y vender todo lo que hay en la naturaleza. Por eso se inventan maneras de sacar ganancias. Para ellos es más importante obtener ganancias que alimentar a las personas. Por ejemplo, se ingenian maneras de vender abonos y agroinsumos muy costosos que a veces son inútiles o contaminantes; se inventan pretextos para comprar la biodiversidad o para vender transgénicos que ellos producen y que acaban con la biodiversidad de estas tierras; prefieren producir combustibles para las máquinas en lugar de comida para la gente; empacan los alimentos de una manera que los encarece, en lugar de tratar de satisfacer las necesidades nutricionales de la mayoría de la población.

Esos son algunos de los caminos que ha cogido la economía mundial guiada por la ambición. Es como si la economía mundial guiada por la ambición fuera una chiva que venía a recoger a la gente pero se fue con unos pocos y dejó a la mayoría botados en el campo. Los alimentos se han hecho costosos, escasos y muchos alimentos industrializados no son nutritivos.

Entonces la tercera razón que hace que los trueques sean importantes consiste en que de esa manera los indígenas pueden lograr que su alimentación mejore con alimentos sanos y propios de su cultura.

Desde que se han vuelto a practicar los trueques, yo he visto que muchas personas están cultivando huertas orgánicas, es decir… Sí, sí - interrumpe la cría humana- huertas donde no se usan abonos industriales y contaminantes.. Exactamente –añade el Condor- Yo he visto cultivos orgánicos de papa, de fríjol, de cebolla, es decir, cultivos en los que ya no se usan esos abonos y productos contaminantes. Los productores de esos agroquímicos son empresas multinacionales, que ejercen una forma moderna de esclavismo porque condenan a la gente a trabajar y trabajar solamente para pagar los elevados costos de esos productos. Esas empresas son como aves de rapiña que se engordan con el trabajo y el sufrimiento de la gente. Te lo digo yo, que soy un cóndor.

En fin, también he visto que muchas personas intercambian semillas en los trueques. De esa manera se protege la biodiversidad de estas tierras. Cada semilla es el resultado de millones y millones de años de historia natural pero además, no olvides que en cada semilla no sólo está guardado el embrión de una planta sino que también hay muchas costumbres en potencia. Cada semilla tiene sus propios gustos por la tierra y el agricultor debe saberlos y debe saber practicar cada uno de los cuidados necesarios para una buena cosecha. Por ejemplo, los indígenas siempre se orientan por el calendario lunar para las siembras. La luna creciente sabe alentar a las semillas para que se abran y le den salida a plantas muy frondosas, mientras que la luna menguante sabe arrullarles el temperamento. Así se van turnando los cultivos y dependiendo del periodo vegetativo de cada especie, se pueden tener diferentes productos a lo largo del año. Por ejemplo, la cosecha de papa se da cada seis meses y la de tomate cada tres. Los trueques se pueden programar teniendo en cuenta qué productos están en cosecha gracias a los calendarios lunares.

Cada planta, cada alimento, es un ser que requiere ser conocido para ser amado. Cuando se trata de plantas medicinales, es necesario conocer sus dones; cuando se trata de plantas alimenticias, es necesario conocer los modos de prepararlos para disfrutar mejor sus sabores. Cada comida es un modo de celebrar la vida y cada semilla es un pequeño gran tesoro de la cultura.

Por eso cuando la gente intercambia alimentos de climas diferentes, también esta intercambiando culturas y está enriqueciendo su dieta alimenticia, así que el trueque es una forma de lograr que la gente tenga alimentos variados, suficientes y sobre todo propios. Mirá, eso es lo que se espera lograr mediante la práctica del trueque y eso es a lo que se llama “soberanía alimentaria”, lo cual quiere decir que los indígenas se puedan alimentar sanamente, de acuerdo con sus costumbres, sin perder la biodiversidad de la zona donde viven y sin tener que depender de las empresas multinacionales ni de nadie. ¿sí me entiendes? Hacer trueques es importante porque no todo se puede comprar o vender. No se puede ni comprar ni vender la soberanía alimentaria. No se puede comprar ni vender la dignidad del pueblo Kokonuko.

Pero entonces ¿por qué apareció la plata? – interrumpe la cría humana- Pues mira –continua el Cóndor- la plata apareció hace mucho tiempo, en un lugar del mundo muy lejano de aquí y la plata a veces es una herramienta útil para que la gente se ponga de acuerdo en algunas cosas pero desafortunadamente, como ya te dije, a la gente se le fueron olvidando las canciones de la generosidad, la amistad y la esperanza y entonces la plata se volvió más importante de lo que debe ser. El sonsonete de la ambición encontró en la plata su letra perfecta.

LOS ANCESTROS

Y ¿Cómo aparecieron los Kokonucos? –pregunta la cría humana.-. El cóndor se torna más insondable que nunca, como si quisiera callar secretos:

Hoy sólo me es dado hablarte de testimonios humanos: En el testamento de la marqueza de San Miguel de la Vega, de 1774, se lee que ella le heredó parte de sus tierras a los indígenas de Poblazón como resguardo pero la palabra Kokonuco proviene de dos vocablos indígenas: “Koko”, que significa espíritu y “Urco”, que significa territorio. Es decir, “el territorio de nuestros ancestros”. Lo que sucede es que los invasores europeos deformaron a la palabra, igual que deformaron otras cosas de por aquí y denominaron de esa manera al grupo étnico que habitaba en la zona alta de la cordillera central, de la sierra Nevada de los Kokonuko para abajo, en lo que hoy se conoce como Popayán, Paletará, Kokonuko, Puracé y El Tambo, en el centro del departamento del Cauca, aquí, en Colombia. Yo conozco todo ese territorio “como la palma de mis alas”. Yo alcancé a sobrevolar ese territorio con algunos de mis parientes pero ellos ya murieron. Sólo las lagunas y los cerros de estos lares conocen lo que hoy nadie puede pronunciar porque la lengua aborigen se diluyó en el eco de estos rincones montañosos.

Desafortunadamente los Kokonuko fueron doblegados muy rápido por los españoles y durante el periodo denominado “La conquista” fueron despojados de sus territorios. Además fueron objeto de intercambios a través de lo que los españoles denominaron “La encomienda” pero la encomienda no tiene nada que ver con el trueque ancestral. El trueque es un acto solidario para intercambiar cultura mientras que la encomienda era un acto brutal en el que se humillaba a las personas.

Talvez habrás escuchado hablar de la ley 89 de 1890 sobre las parcialidades indígenas. Bueno, también es importante que sepas que en los años 40 del siglo XX empezaron las gestas de la recuperación de tierras y a finales de los años sesenta los kokonuko se juntaron con otras etnias del Cauca, en un movimiento que condujo a que en 1971 se constituyera el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC.

Actualmente el pueblo kokonuko reúne a ocho cabildos: Paletará en la parte más alta, Puracé un poco más abajo, Kokonuko, Quintana, Poblazón y Popayán (que es un cabildo urbano) en la parte media, mientras que Alto del rey y Guarapamba están en la zona caliente. Todos estos cabildos se han organizado en la Asociación de Cabildos Genaro Sánchez, en memoria de aquel gran dirigente kokonuko.

Al igual que otros pueblos indígenas de los Andes, los kokonuko han acostumbrado cultivar pensando en garantizarle la alimentación a la familia y no en tener excedentes. No obstante, debido a que a mediados del siglo XX los latifundistas promovieron la producción tecnificada de papa y la ganadería, buena parte de las montañas se deterioraron ambientalmente al punto que muchos terrenos familiares y comunitarios hoy son potreros.

LA RESISTENCIA

Ven – agregó la cría humana- vos me dijiste que este siglo XXI lo empezamos los indígenas haciendo trueques ¿qué quisiste decirme vos?

Mira – precisa el cóndor - los indígenas han sufrido la pobreza y la marginación. Además, comenzando lo que los humanos de este lado del mundo llaman siglo XXI, la ambición, como ya te dije, se regó por todo el planeta como una ollada de agua caliente que despelleja a cualquiera, así que la ambición de algunos países y de algunas empresas multinacionales se ha tornado tan devoradora como la peor de las pestes.

De ahí que las comunidades indígenas empezaran a manifestarse, organizados en el Consejo Regional Indígena del Cauca CRIC. Durante dos o tres años se realizaron varios encuentros, talleres y marchas recapacitación para la guardia indígena y la Asociación de cabildos Genaro Sánchez jugó un papel muy importante en todos estos eventos. Los susurros crecieron hasta convertirse en gritos, coros de rabia e indignación. La lucha, estado anímico de un pueblo herido históricamente encontró en la palabra “Resistencia”, el estribillo adecuado para seguir existiendo a pesar de las infamias en su contra. La Resistencia no es sólo protesta, no es sólo indiferencia, no es una renuncia. Es una afirmación de la existencia.

Se discutieron ideas y se celebraron rituales, hasta que la memoria ancestral pidió la palabra. Los Nasa, del Norte del Cauca, propusieron realizar el Saquelo; los Yanaconas, del sur del departamento, propusieron el Inti Raimi, y los Kokonuko, de la zona centro propusieron el trueque.

En realidad el trueque siempre ha existido entre los indígenas – ya te dije que es una práctica ancestral- aunque haya tenido otros nombres, aunque “trueque” sea una palabra que se retoma ahora. Al trueque no hubo que inventarlo… lo que hizo la guardia indígena fue revitalizarlo. Así empezaron los trueques de estos tiempos, el primero de los cuales se realizó a finales del 2003 en el resguardo de Alto del Rey. Desde entonces se han realizado muchos trueques, prácticamente uno cada mes.

Todo esto es lo que he querido decirte – puntualiza el cóndor - al hablarte de la manera como los indígenas del Cauca empezaron el siglo XXI. Sin embargo todavía quedan por decir muchas cosas que deberás averiguar vos mismo a medida que vayas a trueques, a medida que crezcas, que vivas, que aprendas y le enseñes a quienes nazcan después de vos.

El Cóndor nunca supo si habló con un niño o con una niña porque al cóndor lo que le importó y le hizo feliz fue saber que había hablado con una cría humana. El Cóndor voló y se internó entre las nubes y entre las montañas, como la memoria se interna entre los acontecimientos de las criaturas humanas que miramos al Cóndor, quizás porque añoramos su sabiduría. Un rayo partió al cielo en dos mitades, un trueno descargó su sonido de redoblante y empezó a llover.





AGRADECIMIENTOS


ASOCIACIÓN DE CABILDOS GENARO SÁNCHEZ
CABILDO MAYOR YANACONA
RESGUARDO INDÍGENA DE GUACHICONO
RESGUARDO INDÍGENA DE RIOBLANCO
RESGUARDO INDÍGENA DE CAQUIONA
CABILDO INDÍGENA PAPALLAGTA
RESGUARDO INDÍGENA DE AMBALÓ
RESGUARDO INDÍGENA DE LA MARÍA


UNIVERSIDAD DEL CAUCA
GRUPOS DE INVESTIGACIÓN
GICEA, TULL, GESC, IDIS


COLCIENCIAS
CAUCA, 2008

Ordenación de Páramos en Cauca. Propuesta metodológica, componente socioeconómico