domingo, 20 de septiembre de 2009

Cartilla zona sur del Cauca

Esta es una de las tres cartillas que elaboramos con el proyecto "El trueque desde una perspectiva comparativa: diálogo de saberes y fortalecimiento del conocimiento ancestral en tres zonas indígenas del Cauca andino", en equipo con los pueblos indígenas del Cauca: Kokonuko, Yanaconas y La María y Ambaló.


VOS ME DAS YO TE DOY.
-Pueblo Yanacona-


Lo que aquí cuento no es sabiduría mía. Todo es un resumen de lo que le escuché al fuego. Una tarde iba con Ferley en busca de un mayor que vive bien adentro en la montaña, llovía y, para guarecernos, entramos a una casa ancestral, donde encontramos a Milo, un lector de la naturaleza.

Este lector invocó al fuego, que es distinto a simplemente encenderlo, e inició con él una conversación, de la que fui testigo, a lo largo de nueve rondas de “mambeo”, que en nuestro sistema de medición del tiempo equivale a llegar a la medianoche.

Llenamos nuestras bocas con hojas de coca y cal. Inicialmente el fuego tuvo frío pero lo saludamos y empezó a responder sin que le preguntáramos.

PRIMER MAMBEO.

En el pueblo Yanacona, dijo el fuego a través de Milo, el trueque reviste algunos rasgos que diferencian su práctica de la manera en que esta tiene lugar en otros pueblos.

Para empezar, aquí casi no se realizan trueques masivos. Las distancias y los caminos destapados o inclusive de herradura, que comunican a un lugar con otro, dificultan y encarecen cualquier evento de estas características.

Sin embargo, entre los Yanacona el trueque existe cotidianamente. Se practica entre vecinos y familiares, en forma espontánea. La dieta diaria se organiza a base de trueques. Cada familia tiene una huerta casera, de tal manera que, en conjunto, cada comunidad cuenta con una gran variedad de verduras y hortalizas.

Las familias Yanacona se caracterizan por tener un generoso y siempre dispuesto sentido de la hospitalidad; se sienten muy orgullosas de su gastronomía y viven permanentemente motivadas por el deseo de dar a conocer sus recetas y semillas.

La brisa golpeó sobre la puerta, el fuego hizo una venia y escuchó cuando le preguntamos:
¿Por qué las semillas?

SEGUNDO MAMBEO.

La llama se avivó, como en un salto de entusiasmo y crepitó su respuesta:

Para los Yanacona el trueque de semillas es tal vez el sentido más importante de esta práctica. Por ejemplo, ellos se sienten orgullosos de contar con, al menos, 22 variedades de Ullucos, que es un tubérculo pequeño pero compacto, autóctono del macizo colombiano y el Cauca Andino.

El intercambio de semillas es vital porque en ellas reside no sólo el parénquima de lo que será una planta sino que allí también palpitan la soberanía y la historia de todo un pueblo: Es decir, por un lado, la conservación de una semilla a lo largo del tiempo, implica que muchas personas la han sembrado, generación tras generación y, de esa manera, han pisado la sementera y sus alrededores durante muchos años, en ejercicio de su propia forma de vivir y de gobernarse. Por otro lado, cultivar una semilla durante muchas generaciones significa que sus frutos y manjares han acompañado las celebraciones y vicisitudes con las cuales un pueblo ha llegado hasta nuestros días.

¿De dónde vienen los Yanaconas? – fue nuestra siguiente pregunta- y el fuego se tomó una pausa para contonearse antes de volver a arder con vivacidad.

TERCER MAMBEO.

Los Yanacona también le dan mucha importancia a la búsqueda de sus ancestros, como tratando de encontrar y revitalizar su propia semilla cultural.

Se dice que los Yanacona provienen del Chinchaisuyo, que era el norte del gran Tahuantisuyo, en lo que hoy se conoce como el Perú. Al parecer eran cargueros y servidores que llegaron buscando su emancipación en el macizo colombiano, al sur de lo que hoy se denomina Colombia.

Son parte del gran imperio del sol y nietos míos. Por eso me llaman abuelo fuego. Yo vivo agradecido con los Yanaconas por sus constantes manifestaciones de amor mediante los ritos de la familia del INTI RAMY.

El fuego se arremolinó y yo le pedí que me hablara más de los Yanaconas, luego surtí mi boca para callar mientras el fuego respondía.

CUARTO MAMBEO.

Antes, muy cerca de los años de juventud del abuelo fuego, no había caminos, pero a los Yanaconas les correspondió hacerse expertos en abrirlos. Los caminos son una gran obra de alfarería amasada con los pies durante muchas generaciones. Buena parte de la historia ancestral de los Yanaconas transcurrió en los caminos, trasegando.

Los caminos ven, escuchan y saben guardar secretos. El silencio de los caminos no acusa pero tampoco absuelve. Son como los vasos sanguíneos por donde circulan las personas que llevan la vida humana a lo largo y ancho del gran cuerpo de la madre tierra.

Los Yanaconas convirtieron a los caminos en el lomo de las montañas. Los caminos son una gran huella para este pueblo que proviene de tan lejos. Los caminos también han sido escenario de luchas e inequidades. Por ejemplo, hubo un tiempo en que los encomenderos controlaban los caminos y sólo los adecuaban para el paso de sus animales de carga. Los empedrados y los puentes son testimonios de ello.

Para los Yanaconas en Colombia, en medio de muchas vicisitudes, los caminos han sido el rastro dejado por un grito de libertad y una visión de esperanza. Por los caminos viajan costumbres y no sólo productos. Los caminos son hilos de sencillez que unen a los pueblos aunque sean distintos. Sin los caminos no habría sido posible el trueque.

El fuego se serena, mientras escucha nuestra pregunta:¿qué es el trueque? Nosotros llenamos la boca de hoja y el fuego empieza a responder.

QUINTO MAMBEO

El trueque es una práctica ancestral que ha unido a los Yanacona con otros pueblos desde el occidente hasta San Agustín, en lo que hoy se conoce como departamento del Huila, al oriente del Cauca. Desde el sur, en lo que hoy pertenece a la república del Ecuador, hasta lo que actualmente se conoce como el Valle del Cauca.

Es muy posible que antes de ser una actividad económica, el trueque haya sido una práctica de la hermandad y la amistad, o como dicen algunas personas: una práctica comunicativa. Antes de intercambiar se compartía.

Las familias crecieron y unos ocuparon tierras frías mientras otros se ubicaron en tierras calientes. Entonces fue necesario ayudarse mutuamente para complementar la dieta con productos de diferentes pisos térmicos. El trueque se convirtió en la actividad mediante la cual las familias se abastecían de alimentos. El trueque ha sido un hilo de unión entre los hermanos, los compadres y los vecinos. El trueque consiste en dar y recibir.

El trueque permitió la convivencia de familias que vivían en diferentes condiciones naturales o que practicaban distintas formas de producir. Muy pronto el trueque permitió el intercambio de experiencias culturales, de habilidades técnicas, y de conocimientos.

Viajar por los caminos durante horas y horas para truequiar en los extremos del territorio llegó a ser una costumbre básica para que surgiera un embrión de comercio propio. Actualmente, el trueque es visto en las comunidades Yanaconas, como un acto de identidad, como una actividad económica para garantizar la soberanía alimentaria, y como una manera de resistirse a ser devorados por las políticas de globalización.

El fuego vuelve a serenarse, y espera nuestra siguiente pregunta: ¿qué es la globalización? Nosotros tomamos otro puñado de hoja y el fuego reinicia su disertación.

SEXTO MAMBEO.

La Globalización, en este caso, consiste en la tendencia a convertir a todo el planeta en un solo pueblo, usando los medios de comunicación y casi sin usar los caminos.

Es cierto que el internet, los teléfonos celulares, los televisores, los satétlites artificiales, los GPS y otros aparatos nos ayudan a sentir más cerca a los que están distantes. Así, a veces la solidaridad puede viajar más rápido pero desafortunadamente, la mayoría de veces la globalización no es impulsada por las ruedas de la hermandad y la amistad sino por la codicia, que se ha convertido en la mayor tecnología.

En este momento, según dijo Milo, el fuego lloró. Sus barbas rojizas palidecieron. El fuego dijo con resignación que ya no todo es creación suya. No es mi culpa, dijo. Pero tampoco soy inocente, agregó.

Nosotros seguimos escuchando y el fuego dijo que la codicia ha aumentado su capacidad de robar el alimento que provee el sol para la gente porque la globalización también consiste en que el dinero ha hundido sus raíces en todo el planeta hasta obtener más importancia de la que debe tener.

Es cierto que el dinero ayuda a facilitar las actividades comerciales de la gente pero con la globalización, continuó el fuego, la naturaleza ya no está disponible primeramente para calmar la sed, el hambre o el frío. Ahora está destinada a generar ganancias monetarias calmando esas tres necesidades.

Además, el ansia desmedida de ganar dinero amenaza con convertir en mercancía que se compra o se vende a todo lo que es auténtico de los pueblos.

La idea de hacer del planeta un solo pueblo sería muy interesante si se pudiera practicar el intercambio justo, respetando la diversidad de cada quien.

El fuego parpadeó y yo quise saber cómo se llegó hasta allá.

SÉPTIMO MAMBEO.

Entonces escuchamos a Milo diciendo que los caminos se convirtieron en carreteras. La convivencia con la naturaleza se transformó en ansiedad comercial. Por las carreteras antes que productos, empezó a viajar el dinero. Quienes no conocían el dinero empezaron a conocerlo y a caer cautivados por sus promesas.

El trueque perdió importancia porque con el dinero se compraba cualquier cosa. Es decir, que a la hermandad, la amistad y el compadrazgo se les congeló el pecho y les brotó la voz ronca de la codicia.

Se introdujo el monocultivo, especialmente el de la papa, en el que se utilizan agroquímicos. Así empezaron a escasear muchas semillas autóctonas y se dejaron de lado varios hábitos de labranza.

Las carreteras no necesariamente fueron diseñadas para mejorar las condiciones de vida de la gente. Al contrario, se acentuaron las dificultades para sobrevivir, debido a las nuevas condiciones de intercambio, impuestas por la economía de mercado, en la que todo se compra y todo se vende y en la que le va mejor al que acumula dinero aún a costa de la cultura de los demás. No se modificó la tenencia de la tierra y continuó la indiferencia estatal frente a las necesidades sociales de la región. Las carreteras facilitaban la circulación del capital y el control político desde los centros de poder pero no facilitaban el mejoramiento de la agricultura ni la circulación de los productos de la economía indígena y campesina. En la práctica de la codicia no todos están en igualdad de condiciones y por eso unos aplastan a otros.

Aprovisionamos nuevamente nuestros maxilares y el fuego reinició sus enseñanzas.

OCTAVO MAMBEO.

Desde entonces no todo ha sido siempre tan tranquilo. Hace apenas unos pocos años, este territorio fue convertido en el reino de la ferocidad.

A comienzos de los años 90 aparecieron los cultivadores de amapola, foráneos que necesitaban precisamente la clandestinidad que les facilitaron todas las dificultades que tiene la supervivencia en las montañas desde los 2000 hasta los 3200 metros de altura sobre el nivel del mar, parcialmente olvidados ya el trueque y los viejos caminos.

Por ser un negocio terrible su producto es sumamente costoso y, por lo tanto, se da el lujo de pagarle bastante dinero a los cultivadores, quienes entraron en un tenebroso delirio. En él muchos indígenas fueron presa fácil de la jactancia y el derroche.

Se estableció la ley del más fuerte y el desprecio por la vida. En 1994, en el apogeo de esta bonanza las flores rojas de la amapola se confundieron con las manchas de sangre que se esparcieron por el campo.

En 1997 las comunidades tomaron la iniciativa de prohibir el consumo de alcohol en sus territorios y en 1999 el estado reaccionó realizando fumigaciones que afectaron no solo los cultivos de uso ilícito sino también los de consumo.

Luego se estableció la erradicación manual y aunque algunas familias lograron salir de la miseria otras sucumbieron en aquella alucinación de horror.

El fuego ardió con furor.

NOVENO MAMBEO

Milo sentenció que la maldición ya fue conjurada. Llegar a la zona conocida como el macizo colombiano, es como bordear los abismos que se abren entre las cumbres de lo que, corrientemente, uno considera que es la lucha por la supervivencia. Recorrer sus caminos es como estar desplazándose sobre el cuerpo de una criatura enorme.

En estos tiempos en que el trueque se está revitalizando. La guardia indígena ha re-establecido la calma. Los Yanaconas hacen pocos eventos masivos pero cuando los realizan elaboran estantes, traen recetas, semillas, danzas y mucha música. En este momento se nos acabó la coca y el fuego empezó a pagarse, como la música que se funde lentamente en el silencio.

Cesó la lluvia y yo interpreté que el espíritu del mayor que habíamos estado buscando, estuvo allí. Guardamos silencio por un instante antes de irnos a descansar.


AGRADECIMIENTOS

ASOCIACIÓN DE CABILDOS GENARO SÁNCHEZ
CABILDO MAYOR YANACONA
RESGUARDO INDÍGENA DE GUACHICONO
RESGUARDO INDÍGENA DE RIOBLANCO
RESGUARDO INDÍGENA DE CAQUIONA
CABILDO INDÍGENA PAPALLAGTA
RESGUARDO INDÍGENA DE AMBALÓ
RESGUARDO INDÍGENA DE LA MARÍA


UNIVERSIDAD DEL CAUCA
GRUPOS DE INVESTIGACIÓN
GICEA, TULL, GESC, IDIS

COLCIENCIAS
CAUCA, 2008

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