martes, 18 de agosto de 2009

estructura agraria colombiana

APUNTES PARA LA INTERPRETACIÓN DE LA ESTRUCTURA AGRARIA EN COLOMBIA

Olga Lucía Cadena Durán
Economista, magistra en Desarrollo rural.
Investigadora y Profesora Asistente,
Departamento de Ciencias Económicas,
Universidad del Cauca, Colombia.

PRESENTACIÓN

Se intenta en este ensayo, reseñar y confrontar algunos elementos teóricos que permitan comprender la economía campesina en Colombia. Se hace una delimitación del concepto de moderna ruralidad teniendo en cuenta que este criterio es parte integral de la investigación, del diagnóstico y de las políticas sobre el sector. Por lo cual se identifica cómo se manifiesta hoy ese concepto, a través de la discusión existente sobre Reforma Agraria. Se piensa que se ha operado un gran cambio en el campo, desde la segunda mitad del siglo pasado, pero el concepto de los técnicos como tal, encierra un eufemismo que no logra dilucidar y dar salida al problema agrario, porque deja de lado importantes componentes necesarios para una solución más integral. Por ello en este ensayo se hace insistencia en el concepto de “modernización trunca ó modernización sin modernidad”, complementado con el criterio de “crecimiento sin desarrollo” del profesor Antonio García, nociones que como tales, permiten entender con más precisión el actual modelo de crecimiento y desarrollo, y la persistencia de los aumentos de la población campesina de censo a censo.


SOBRE EL CONCEPTO DE RURALIDAD

Investigar sobre el campo colombiano implica comprender los crecientes cambios ocurridos en el país en los últimos 50 años. De aquella sociedad decimonónica y de su bucólica ruralidad queda ya muy poco, porque la modernización se ha entronizado en nuestra colombianidad en un irreversible proceso. Sin embargo, la problemática que aquella sociedad predominantemente rural presentaba, no ha desaparecido. Al contrario, hoy se manifiesta con mayor virulencia tomando nuevas apariencias, y se manifiesta en un conflicto rural de nunca acabar. Conflicto que además hace parte de una problemática mayor que atañe a nuestra sociedad, y que señala la necesidad inaplazable de su comprensión.

En principio, se revisará el concepto de modernidad en el sector rural a propósito de las referencias de varios autores, en especial de Jesús Bejarano , porque inicialmente el sector agrario se mostraba como un espacio geográfico, distinto a la ciudad en el que vivía un conjunto de ciudadanos que se dedicaban exclusivamente a cultivar productos, que posteriormente vendían en las plazas de mercado, o en los supermercados, o como materias primas para las fábricas de la ciudad. Sin embargo, el concepto de ruralidad hoy es mucho más complejo gracias al avance del desarrollo del capitalismo en la sociedad donde referirse a lo agrícola no es únicamente hablar de producción primaria, sino también de la llamada "terciarización", por la cual se adiciona en el componente de actividades rurales, los servicios y otros ítems que no se contemplaban anteriormente. Dice Bejarano textualmente:

"En efecto, esta revolución implica entre otros que se acentúa la desagrarización desde la perspectiva de las personas empleadas, se consolida la empresa agraria que supone sustituir la imagen de la tierra como patrimonio por la tierra como capital que debe valorizarse, se acrecienta la dependencia de la actividad económica agrícola de las empresas industriales y de la distribución, se acentúa la especialización territorial en función de la existencia de ventajas competitivas, y en fin el mundo rural y las actividades agrarias se disocian de forma creciente" .

Esto significa revalorizar el entorno espacial del análisis de las economías campesinas, bajo contextos totalmente diferentes, porque también es indudable el desarrollo capitalista que viene presentando la sociedad colombiana, donde además de la desagrarización también se manifiestan fenómenos de desintegración territorial, desintegración social y socavación de las solidaridades colectivas. En últimas desaparece a ojo de los analistas, la "sociedad rural" en el sentido de la autárquico, por lo cual no debe pensarse en lo rural como algo exclusivamente agrícola, o en contraposición a lo urbano, ni como la expresión del atraso.

Ahora bien, el otro elemento que se debe destacar de los comentarios de Bejarano sobre moderna ruralidad, tiene que ver con la "pérdida de importancia relativa de las relaciones de propiedad sobre los factores tierra y capital" en los conflictos rurales, ya que hoy juega mayor papel el capital como agente dinamizador del cambio, es decir, la propiedad se somete a los designios trazados por la propiedad financiera o industrial. Y en consecuencia, las nuevas dinámicas de los procesos reivindicativos, como las nuevas dinámicas de las luchas regionales estarán en función de los enfrentamientos entre capital y trabajo y/o en la mayor o menor importancia política de los desequilibrios territoriales.

Este hecho ha traído consigo varias implicaciones sociopolíticas: La primera remite a la erosión de las viejas estructuras de poder o de formas de dominación estrictamente locales; la segunda, a la dicotomía moderna entre lo local y lo global que será el eje de los análisis hacia el futuro; y en tercer lugar que la naturaleza de las demandas colectivas de las comunidades rurales no será solamente por acceso a activos, "no estamos hablando hoy de la vieja propiedad raíz como centro de las tensiones sociales.." , porque los desequilibrios regionales, en primera instancia, marcarán la pauta de los nuevos procesos:

"Ya no estamos esencialmente en presencia de demandas de las comunidades rurales por tierra, por acceso a activos para las unidades productivas, sino que estamos hablando de la reconstrucción de las redes sociales. Lo que uno ve en los pueblos es demandas por servicios, infraestructura, participación de la llamada sociedad civil, en fin, propósitos colectivos especialmente asociados a bienes públicos y eso cambia la dinámica política de las sociedades rurales y genera demandas diferentes para las instituciones estatales"

Se puede concluir en la lógica de esta concepción que los problemas del agro se solucionarán con una fuerte inversión de infraestructura y de servicios que pusieran a tono esos espacios regionales con los procesos globalizadores del mundo de hoy. La solución siendo muy necesaria, en verdad no se piensa, que sea tan simplista. Porque si, en Colombia ya no hay presión por distribución de activos, ¿entonces cómo se explica el creciente desarrollo de la frontera agropecuaria del país a través de procesos "naturales" e indiscriminados de colonización?, y ¿cómo explicar también el desarrollo y ampliación de las grandes propiedades del Magdalena Medio, Chocó, o la Orinoquia, tal como se está dando hoy, a sangre y fuego? Evidentemente ambos procesos muestran pruebas en sentido contrario de lo que afirmaba Bejarano, por eso se piensa que ni la conceptualización moderna de ruralidad, ni sus salidas políticas pueden ser tan simples.

Otra percepción sobre el mismo problema la presenta Juan Manuel Ospina (Senador de la República), refiriéndose al papel del sector rural en el conflicto colombiano. Para él muchas de las causas y las situaciones que alimentan el conflicto, tienen su origen en el campo y sus realidades, y que esto está inserto dentro de un problema relacionado con el proceso de modernización sin modernidad de la sociedad colombiana, o al de una modernización trunca:

"¿Qué significa una modernización sin modernidad? Básicamente que no hemos logrado consolidar unas estructuras sociales, una mentalidad en concordancia con el mundo moderno, seguimos todavía en una transición entre esa vieja sociedad tradicional montada sobre la tríada comunidad-familia-valores religiosos, y no hemos logrado darle plena salida a lo que es una estructura basada en instituciones sociales propiamente dichas...tenemos una modernización trunca, pues nuestro proceso de modernización productiva, institucional, y de la política esta a medio camino" .

Por lo que más adelante concluye que la brecha rural-urbana, que en Colombia sube y baja, se estrecha o amplía, "no puede cerrarse solamente a través de una política de inversión pública" , porque las soluciones tienen que pasar primero por elementos tales como la tierra, la territorialidad, el Estado y la familia. Es decir, que debe pensarse que la sociedad rural colombiana está basada en estructuras de pequeña y mediana propiedad y "no de gran latifundio"(SIC) , en donde los procesos de transformación de las economías campesinas se hacen traumáticas y propiciadoras de situaciones de violencia, por ser un país con deficiente integración nacional, no sólo por factores infraestructurales, sino también por ser un país con agricultura de fronteras abiertas. Como decía Rodrigo Escobar Navia "Colombia es un país en donde hay más geografía que sociedad y más sociedad que Estado" , y este Estado tradicionalmente ha sido débil en la resolución de los conflictos especialmente en el campo. Entonces dadas las anteriores condiciones plantea una solución más integral que la simple construcción de infraestructura y servicios, tal como lo daba a entender Bejarano.

La modernidad es un elemento a tener en cuenta en este planteamiento sobre economía campesina, ya que como lo manifestaba Forero "con la modernización... el campesinado se ha consolidado...en medio de condiciones políticas y económicas extremadamente adversas se ha transformado profundamente, no solo adaptándose, sino contribuyendo protagónicamente a la expansión de la economía de mercado." Pero es necesario afirmar que, con la modernización no desaparece la "vieja" problemática de este sector y ni siquiera la del sector rural y la de la sociedad en su conjunto.

Ese "viejo" problema de la propiedad raíz junto con otros de la estructura, siguen ahí latentes marcando la caracterización muy acertada de Ospina, de modernización sin modernidad. Podría entonces repetirse con Antonio García que se ha presentado "la dinámica peculiar del crecimiento agrícola sin desarrollo" , y para García, el desarrollo es la erradicación de las causas estructurales de la pobreza, entendiendo que hay una "mitología desarrollista a que ha pertenecido la revolución verde, el crédito supervisado...de que es posible mejorar la vida de los pobres del campo y resolver los problemas alimentarios de las sociedades latinoamericanas sin erradicar las causas de la pobreza y sin eliminar los obstáculos estructurales que bloquean su desarrollo" . Pero, es necesario ampliar un poco más el pensamiento del profesor García para concentrarse en una definición más adecuada de lo que sería la modernidad en el sector rural:

"En la mayoría de países, el crecimiento agrícola ha estado lográndose a costa de las posibilidades inmediatas o futuras del desarrollo agrario: de ahí que se hayan complicado los problemas característicos del subdesarrollo rural (acaparamiento latifundista de los recursos físicos, tecnológicos y financieros, control de los canales de acceso a los mecanismos institucionales de distribución de esos recursos, transnacionalización de la agroindustria, endurecimiento de los patrones de distribución social del ingreso agrícola) y que se hayan provocado nuevos desgarramientos en la estructura agraria al ahondarse la brecha entre economías empresariales de producción a escala y economías campesinas. La implantación de un modelo concentrador y dualista de modernización y crecimiento agrícola ha implicado que las economías campesinas - que no funcionan internamente dentro de las normas del costo-beneficio vigentes en la economía capitalista de mercado- asuman no solo la responsabilidad de costear la reproducción de la mano de obra ocupada temporalmente en explotaciones comerciales, sino otras de semejante trascendencia: la de ampliación de los últimos territorios baldíos de la periferia (colonización espontánea), ....la de la producción y abastecimiento de un cierto repertorio de alimentos básicos de consumo directo en los mercados locales".

Efectivamente la modernidad, y con ella la terciarización, la tercera revolución agrícola, la desagrarización que se han presentado, junto con una "pérdida de importancia relativa de la tierra como factor productivo" no ha eliminado de tajo los "viejos" problemas estructurales de la ruralidad y no ha disminuído la brecha que separa esta sociedad, de sociedades más desarrolladas en términos de la resolución del problema alimentario nacional de hoy, y mucho menos en el recorte de la distancia que separa la producción moderna de la más tradicional en el ámbito interno, y en consecuencia, puede afirmarse que este concepto de ruralidad bajo la perspectiva moderna, se puede limitar a señalar algunos avances de las fuerzas productivas de esta sociedad, sin que por ello se piense que, de alguna manera, pueda explicar o dar elementos que se constituyan en la panacea del agro colombiano en términos de política económica, porque para ello harían falta incorporar más elementos de análisis en el diagnóstico que para tales propósitos se requiriera, y así se entiende en este ensayo.

Y, por último, con respecto a la dicotomía global-local, con la subordinación de la segunda a la primera podría decirse que el fenómeno no es nuevo, dado que ello se viene presentando desde la historia misma del desarrollo de Colombia como país, incluido lo rural, en que el proceso histórico de acumulación ha estado encuadrado dentro de los "grandes ciclos del colonialismo, la hegemonía extranjera y la dominación social y política" . Es decir, la dinámica de desarrollo y el acceso a la modernidad en épocas pasadas y presentes, de este País, hace parte de (se subordina a) un ciclo mundial, donde las decisiones de qué, cómo y cuándo producir, no han dependido nunca de decisiones enteramente locales. Y en consecuencia, la estructura agraria colombiana ha estado también tradicionalmente evolucionando en función de esa situación, como elemento consustancial de la dinámica de acumulación capitalista interna.

En conclusión, el fenómeno de la modernización rural que no se puede prestar para cosas distintas a señalar avances significativos en el desarrollo de las fuerzas productivas y, en consecuencia, a mostrar una mayor interdependencia de la actividad agropecuaria en el país, gracias a los avances en infraestructura y vías, tanto como a la mayor dinámica del mercado interno. Pero además esa modernización se ha presentado sectorizada, y no en forma homogénea, es decir, persiste el modelo dual de crecimiento acompañado de una presión muy grande por nuevas tierras (avance desmesurado de la frontera agrícola y luchas por su posesión en territorios ya establecidos), que obliga a los analistas a pensar en una modernización sin modernidad, ó a una modernización trunca.

Efectivamente la brecha entre economías de corte capitalista en el campo y las economías campesinas tradicionales sigue ahondándose, muy a pesar de todos los planes de política económica que intentan modernizar el campesinado a través de campañas educativas para que accedan a nuevas formas de producir y a tecnologías modernas.

Sin embargo, sigue presentándose el hecho de que en la economía campesina sigue descansando la responsabilidad de costear la reproducción de la mano de obra ocupada temporalmente, la ampliación de territorios baldíos y la producción de una gama amplia de productos básicos para los mercados locales, a costa de seguir aumentando sus niveles de autoexplotación. Hoy abocados a la mayor internacionalización de la economía gracias a las políticas aperturistas de los gobiernos y frente a los retos manifiestos del futuro no queda más que pensar, que ya se vive el siglo XXI, sin haber resuelto los problemas del siglo XIX y del XX, entre ellos el problema de la estructura agraria.

EN LA VIGENCIA DE PENSAR Y REPENSAR LA ESTRUCTURA AGRARIA COLOMBIANA

Ahora bien, para analizar la Estructura Agraria colombiana, es necesario entender cómo opera el concepto de modernidad aplicado específicamente a la discusión sobre Reforma Agraria, que tan ligada está. Como se verá, aquí se aplica el concepto en toda su dimensión, con todo lo que implica en términos de fundamentación ideológica y teórica de la política económica. Efectivamente en el periódico Portafolio del martes 5 de diciembre de 2000, un artículo reseña un libro de reciente aparición de los investigadores Nelson López y Álvaro Balcázar titulado "Colombia: lecciones de su experiencia en Reforma Agraria", en donde se concluye, que en la sociedad de hoy (sociedad basada en el conocimiento) no es válida la Reforma Agraria amparada en el principio de la redistribución de la tierra, porque carece de capacidad transformadora, dado que los supuestos que apoyaron tal proposición hoy están revaluados como resultado de los avances sociales y cientifico-técnicos.

Y siendo así debe archivarse cualquier pretensión en este sentido. Según esta investigación los consultores, los políticos y los sectores sociales que hoy reclaman la Reforma Agraria redistribuyendo entre otros el factor tierra como salida económica, política y social para esta descuadernada Nación, insisten en tal despropósito, porque no se han sentado a "..revisar y valorar en forma rigurosa la pertinencia actual de los fundamentos y los supuestos que llevaron a elaborar la idea de que la redistribución de la propiedad de la tierra es una condición fundamental para el desarrollo económico y social, sobre todo en el medio rural". (La redistribución pierde terreno, Portafolio, XII-05-2000).

En este documento, de manera sucinta se señalan los cuatro "equivocados" supuestos que fundamentan la Reforma Agraria.

Es sorprendente notar, ciñéndose rigurosamente a los estudios del Profesor Balcázar, de cómo saltamos en escasos dos años de una sociedad necesitada de cambios en su estructura agraria, a una "sociedad del conocimiento" en que tal requerimiento pierde completa vigencia. Ciertamente, dentro del estudio que realizó Balcázar como parte de la Misión Rural ("Del proteccionismo a la apertura ¿el camino a la modernización agropecuaria?" 1998) advierte dentro de sus recomendaciones que es necesario facilitarle a los campesinos pobres el acceso a los recursos productivos "TIERRA, trabajo y capital", después de analizar unos capítulos atrás cómo la apertura consiguió redistribuir el área sembrada en cultivos transitorios, hacia ganadería extensiva en zonas como la Costa Atlántica. La pregunta es, qué fenómenos nuevos se han presentado, para que el Profesor transformara su visión en un lapso de tiempo tan corto?. Es necesario mirar en detalle los cuatro supuestos para buscar una explicación más coherente:

- " El primer supuesto habla que en la economía de producción Agrícola se ha dado por supuesto que las energías originarias (la fertilidad natural) de la tierra, eran la base de las diferencias de valor del trabajo agrícola".
-
- "El segundo supuesto estudiado, habla de la distribución de la propiedad de los factores tradicionales determina la distribución del ingreso, así como la distribución del poder político y social".

- "Tercer supuesto: para construir democracia, equidad económica y justicia social, es imprescindible redistribuir la propiedad social sobre los medios tradicionales de producción".

- "Cuarto supuesto: el precio de la tierra originado en las distorsiones de política y en los privilegios institucionales, impide el desarrollo de la producción agrícola".

Entre las razones que invalidan el primer supuesto se destaca el progreso tecnológico que hizo que la participación relativa de la tierra como factor de producción en la oferta agrícola fuera cada vez menor, ya que los aumentos en la producción agropecuaria se deben cada vez más al progreso del conocimiento científico y tecnológico. Si bien esto puede ser verdad, esta verdad se presenta a medias, ya que si los Japoneses, tan escasos de tierra y tan avanzados en la técnica, fundamentaran su política agroalimentaria con base en este criterio no estarían hoy buscando mercados, en el segundo y el tercer mundo, para suplir el gran déficit alimentario que se les va a presentar en los próximos 25 años, precisamente por falta de áreas de tierra para estos menesteres.

Ahora, si lo que se quiere decir, es que en las cuentas de costos finales de los empresarios, la tierra cuesta cada vez menos por efecto de los avances en productividad, ello no significa que la apropiación de esta renta no cuente para el conjunto de la sociedad. En términos microeconómicos la estructura de la tenencia de la tierra tal como se encuentra hoy en Colombia, genera unos sobrecostos que son innegables para el conjunto de los empresarios del sector, o sea este costo al que se refiere López y Balcázar podría ser mucho menor, si este factor productivo no se pagara a precio de monopolio.

Pero si se toma desde la perspectiva de la sociedad en su conjunto, los costos sociales que tal estructura genera son inconmensurables, v.g. la destrucción de la selva amazónica y de los parques nacionales naturales por efecto de la colonización, que a su vez se ha producido por la expulsión de inmensas masas de campesinos generadas por la concentración de la propiedad de la tierra; o también podría hablarse de los costos que representan la inseguridad en los campos y ciudades colombianas, que pagan no sólo empresarios y dueños de tierras, sino la sociedad en su conjunto.

Si estos analistas tienen razón, prácticamente se estaría hablando de que tanto institucional como privadamente, se han multiplicado los estudios y la cantidad de dinero destinado a la investigación y al desarrollo cientifico-técnico en este país. Y si se revisa el documento de 1998 de Balcázar ello no había ocurrido y hoy mucho menos, dados los reclamos que han hecho tanto organismos de investigación como las universidades colombianas sobre la disminución de sus presupuestos. Entonces, ¿cuándo ocurrió ese salto espectacular que hizo olvidar que la tierra como factor productivo dejó de ser importante en Colombia?

Se puede decir que se ha avanzado en índices de productividad según el estudio de Balcázar (1998): Ello se ha debido al avance de las áreas de cultivos permanentes sobre los cultivos transitorios en regiones y áreas de producción relativamente desarrollados. Se sabe que los cultivos permanentes utilizan una explotación más intensiva que los transitorios en las tierras utilizadas. Pues bien, se avanzó en índices de productividad por área sembrada, no por efectos de una política sistemática de investigación y desarrollo tecnológico, sino por una redistribución de áreas sembradas de unos cultivos menos técnicos por otros mucho más técnicos.

Esto fue cierto en café, principalmente, pero a este fenómeno se sumó el hecho que la pequeña producción cafetera incrementara su participación dentro del volumen del total producido; se aumentó también la producción en frutas tropicales, no sólo en razón de la favorable posición geográfica de Colombia, sino también porque su producción estaba en manos de pequeños productores y campesinos. Pero ni en café ni en cultivos tropicales su avance se propició por la investigación científico-técnica (Balcázar, 1998).

La razón que fundamenta la no-validez del segundo supuesto en el sentido que la tierra no constituye un factor determinante, o tan siquiera importante, en la estructura de la distribución de los ingresos de la nación, para los investigadores no resiste un análisis con un mínimo de rigor científico. La pregunta es ¿Por qué la propiedad de la tierra está concentrada en tan pocas manos y porqué hay tanta presión social por su posesión? Y ¿Porqué se ha caído uno a uno cualquier intento por revertir tal situación?.

Dentro de las mismas recomendaciones que Balcázar hace en su estudio de 1998, argumenta que se debe ajustar y modernizar la estructura institucional para el registro y clarificación de LOS DERECHOS DE PROPIEDAD, y que se deben suprimir los incentivos que favorecen las transacciones especulativas, el refugio fiscal y el lavado de activos. Aquí está la respuesta: La tierra como bien especulativo y no como factor productivo. Es decir en su estructura actual puede que no ayude para los ingresos de toda la nación, pero sí para que unos pocos especulen, laven activos, y se enriquezcan, dado el reducido marco de inversiones especulativas existentes en el país.

Y si la tierra no es un bien productivo, entonces es un bien para especular en los mercados, conseguir créditos, ganar prestigio, y en consecuencia, obtener, regional y nacionalmente, poder político y social. Pero ellos no concluyen así, al afirmar que el poder político y el prestigio social se ganan en razón del conocimiento y a la capacidad empresarial. Si así ocurre, entonces cebe la pregunta ¿Por qué la utilización "productiva" de la tierra sigue siendo tan irracional? ¿Por qué meter en 18 millones de hectáreas de tierra, 20 millones de vacas (casi de a cabeza de ganado por hectárea), pero no en cualquier tierra, sino en las mejores que posee el país que en su mayoría son aptas para la agricultura? ¿A qué conocimiento y a qué capacidad empresarial se refiere? ¿Será a la de aquel "capacitado empresario" que aprovecha las ventajas institucionales, y no las comparativas, para hacer dinero en mercados distintos al agropecuario a costa de una desproporcionada monopolización de bienes para fines especulativos y de chantaje social? ¿Y no es este mismo "capacitado empresario" quien participa en las cimas del poder social y político gracias a su privilegiada posición regional que le fue facilitada por ser dueño de tierras?

De seguro que las respuestas a estas preguntas se encuentran en él capitulo 2 de Sociología de la Reforma Agraria de Antonio García, escrito muchos años atrás, a propósito de las mismas consideraciones que aquí estamos enunciando: Concentración de tierras igual preeminencia social igual poder político, si no en la misma proporción que hace cuatro o cinco décadas, por lo menos sí muy parecido. Lo cual es muy diciente de la "capacidad de cambio" de la sociedad colombiana.

Y este análisis lleva al tercer supuesto en el que en términos generales se plantea, que afirma que la construcción de democracia no va de la mano con la redistribución de la propiedad sobre los medios tradicionales de producción, ya que hoy la distribución del ingreso y la riqueza está más en función de "la posesión de conocimiento y la habilidad para ver y desarrollar las oportunidades que ofrece la dinámica de cambio....", independientemente de la relación de propiedad sobre los mismos.

Por lo cual bien se puede pasar al cuarto supuesto que se relaciona con el hecho de que el alto precio de la tierra (que según estos analistas está más en relación a distorsiones de política y de privilegios institucionales que por su posesión monopólica) impondría un muy alto costo a las políticas redistributivas, porque además para llevar a cabo tal proyecto se requeriría de un impuesto específico sobre la tierra, que contribuiría aún más a fomentar la concentración de la propiedad y al uso extensivo del suelo.

Concluyéndose que, si el acceso a la tierra no es el determinante, entonces se debe comenzar a repartir equitativamente educación, capacitación e información, facilitando la conformación de entes institucionales para tales propósitos y abandonar definitivamente esa "anacrónica" preocupación" por la redistribución de los factores tradicionales, como "condición para el desarrollo de la agricultura y la ganadería".

Se incluyen los dos supuestos en un sólo costal, porque en realidad están íntimamente relacionados (también se hubieran podido incluir los cuatro) ya que parten de una misma base: La gran capacidad y el muy vasto conocimiento adquirido por nuestros empresarios, que con una inventiva sin límites han superado las fallas estructurales de la economía colombiana, llevando a esta sufrida nación a feliz puerto, superando de paso escollos que parecían insuperables.

Pero no sólo eso, también los empresarios lograron milagrosamente superar el tradicional atraso en ciencia y tecnología. Y todo esto en menos de dos años, si se hace referencia rigurosa a los planteamientos del profesor Balcázar de dos años atrás. Y no hay lugar a equivocación si se afirma dentro de la lógica del documento, que hoy hay pobreza, miseria, desempleo, desplazamientos, inequidad, injusticias, inseguridad, etc., es porque hay mercados imperfectos, o porque hay fallas en educación, capacitación e información del factor humano.

El Dr Fernando Devis, Presidente de la SAC, afirmaba en la revista del CEGA del tercer trimestre de 1999 (número 63) lo siguiente: "¿Dónde está nuestra política agropecuaria? Aquí cada uno va por donde perciba que le puede ir mejor, sin una orientación definida, siguiendo las pautas del vecino. No hay una política de ciencia, tecnología e investigación, tampoco de capacitación ni de financiación...no hay una política ni estudios serios de competitividad. En los pocos que hay nos comparamos con nosotros mismos, pero no desarrollamos estudios serios de competitividad a ver qué pasa con los competidores como con el arroz de Ecuador o con el maíz de otros países"..

Referirse al agro colombiano es considerar que este, es producto de muchos problemas estructurales no resueltos. Es decir, para que las recomendaciones de López y Balcázar tengan vigencia, se debe cumplir con la condición de la libre accesibilidad a las nuevas posibilidades que se le han negado al sector agropecuario por la inequitativa distribución de los factores porque sino, iría a parar a lo mismo en que ha parado todo en este país, v.g. la reforma agraria, el DRI: reformar para que todo siga igual.

Aquí, se han perdido años preciosos en la resolución de los problemas estructurales, básicamente porque la fortaleza de quienes se oponen a los cambios es muy superior a la de quienes la propugnan; con Antonio García se aprende que hay distintas formas de hacer la Reforma Agraria (conservadora, reformista y revolucionaria), y en Colombia se ha optado por la conservadora, porque la correlación de fuerzas no ha permitido llegar mucho más allá de las pretensiones inicialmente previstas por los legisladores iniciales.

Ese aplazamiento indefinido de una necesidad tan sentida para el normal desarrollo de esta nación, le ha generado muchos males al país, lanzándolo en una dinámica muy dañina, gracias a que se continúan manteniendo los privilegios de unos pocos, a costa de las necesidades de las inmensas mayorías.

Para concluir esta reflexión, se trae a colación una cita del doctor Alejandro López, que a su vez cita Hernán Toro Agudelo en su documento "El problema social agrario en Colombia", porque es muy pertinente, aún 50 años después…:

"Donde hay ganado, no hay gente.... Habla muy mal de la cultura colombiana la existencia de esas inmensas praderas en donde pacen terneros, donde debiera habitar una población densa, que se bastara a si propia, dando mantenimiento a las ciudades. Afuera el ganado y adentro el hombre, con hogar y todo; ese es el grito actual. Otros chiflados no piensan sino en los baldíos del Atrato y del Putumayo para acomodar la población en excedencia, aunque muchos no alcanzamos a ver en nombre de que principios, o de que conveniencias nacionales se predica ese éxodo en masa hacía las selvas, en donde los nuestros encontrarán la inseguridad por todas partes, sin demanda para los frutos que cosechen, siendo la demanda el único incentivo para la industria.

Es lo único que tienen que ofrecer algunos hombres públicos a nuestros campesinos: la selva, la soledad, el aislamiento y la inseguridad... Es un sofisma esa conveniencia nacional de ocupar la selva, movilizando los hogares actualmente estabilizados. Donde quiera que se disminuya la densidad de la población, se formará una laguna en el progreso colombiano. Necesitamos, no solamente conservar la densidad actual, sino aumentarla.... Lo natural, lo lógico y lo económico es hacer mas densa la población rural, subdividiendo las propiedades y echando fuera el ganado para que la vacada sea reemplazada por hogares que trabajen en familia su terreno propio y vivan independientes y libres mirándose iguales a los demás colombianos".


BIBLIOGRAFÍA
Balcázar, Álvaro. Colombia: Lecciones de su experiencia en Reforma Agraria. CEGA. 2.000.
_____ Del proteccionismo a la apertura ¿el camino a la modernización agropecuaria?" Misión rural. IICA, 1998.
Bejarano, Jesús. El concepto de lo rural: ¿qué hay de nuevo? Revista nacional de agricultura. SAC. Primero y segundo trimestre de 1998.
CEGA. Elementos para la construcción de una visión de la agricultura y el sector rural de Colombia en 2020. Borrador para discusión. Abril 2000.
Fajardo, Darío. Violencia y Desarrollo. Fondo Editorial Suramérica. 1970.
Forero Álvarez, Jaime. Economía y sociedad rural en los andes colombianos. IER. Universidad Javeriana. 1999.
García, Antonio. Naturaleza y límites de la modernización capitalista de la agricultura. Tomado de Desarrollo y la América Latina. Selección FCE, 1981.
________. La estructura agraria de América Latina como marco de los proyectos de reforma modernización y desarrollo rural. Tomado de Modelos Operativos de Reforma Agraria en América Latina.1982.
Molano, Alfredo. Siguiendo el corte. Relatos de guerras y de tierras. Ancora Editores. 1997
________. Violencia y colonización. Tomado de Seminario Internacional de Economía Campesina y Pobreza Rural. Compilador Jorge Bustamante Roldán. Ministerio de Agricultura, Fondo Dri 1987.
Ospina, Juan Manuel. Discusión sobre violencia y ruralidad. Coyuntura Colombiana. Número 63. Tercer trimestre 1999. CEGA
Toro Agudelo. Hernán. Planteamiento y soluciones del problema agrario.1957. Tomado de El problema social agrario en Colombia. Ediciones Tercer Mundo.1985.

1 comentario:

  1. Este análisis hoy lo considero pertinenete de volver a retormar. Si a un problema estructural como es la distribución de la tierra, no se dan soluciones estructurales , no hay solución y asi ha sucedio por mas de 80 años.Ahora el introducir el concepto del conocimiento como otro factor productivo además de la tierra, capital y el trabajo puede de verdad llevar a la modernización de lo rural o nueva ruralidad con acceso a las nuevas tecnologías de producción agrícola, infraestructura de riego, acceso a créditos sostenibles y en especial a la educación de la población para cambiar el concepto de ser un sector funcionalista que proporciona materias primmas y alimentos al resto de la población. Esta nueva ruralidad con el apoyo del desarrollo de ciencia y tecnología deben ingresar al mercado con propuestas innovadoras productivas y en especial de hacer negocios sostenibles a pesar de sus pequeñas extensiones.

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